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Editorial
Violencia contra la mujer
Existe un lado oscuro en todo esto que no permite eliminar los riesgos ni proteger oportunamente a las potenciales víctimas de los feminicidas, como es la poca efectividad de denunciar, porque los resultados son muy escasos.
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Viernes, 5 de Julio de 2024

¡Feminicidio en Cúcuta! Eso es aberrante y tiene que llamar a un despertar para luchar desde diversos campos contra esa clase de violencia de género, que se ha vuelto uno de los males de alta peligrosidad para la vida de la mujer en la sociedad actual.

Un avance, si puede considerarse así, es lo decidido por la fiscal Luz Adriana Camargo, de investigar cualquier muerte violenta de mujeres con la hipótesis inicial de que pueda tratarse de un caso de feminicidio.

Sin embargo, existe un lado oscuro en todo esto que no permite eliminar los riesgos ni proteger oportunamente a las potenciales víctimas de los feminicidas, como es la poca efectividad de denunciar, porque los resultados son muy escasos, asunto en el cual es urgente tomar acciones correctivas.

Aquí no pueden descartarse los subregistros, bien sea porque las mujeres prefieren abstenerse de exponer ante las autoridades lo que les está ocurriendo o también debido a la revictimización de que son objeto y que las lleva a desistir de buscar el apoyo de la justicia y de la institucionalidad.

Leer en el trabajo periodístico de La Opinión que en la capital de Norte de Santander este año se han presentado 600 denuncias de violencia basada en género, hela la sangre, puesto que es un indicador que estremece si lo desmenuzamos mejor.

El anterior dato significa que cada día del primer semestre de 2024, cerca de cuatro mujeres fueron a reportar situaciones de peligro al ser atacadas o amenazadas por sus parejas, exparejas, familiares o amigos, entre otros.

En este aspecto hay  un asunto transversal que es urgente solucionar por parte de la Alcaldía, como lo es la organización y puesta en marcha del Observatorio de Seguridad y Criminalidad, que para casos específicos como estos resultaría siendo muy eficaz para tomar decisiones fundamentadas y estructuradas sobre análisis y cifras contrastadas.

La ausencia de esos elementos para fortalecer la gobernanza y que permitirían tener una mejor visión sobre la comisión del feminicidio, los entornos sociales y factores como el de las sociedades machistas, donde también hay sectores que intentan restarle importancia, con argumentos de que son hechos de carácter pasional.

Están muy bien esas rutas de atención y de alertas, pero sin duda alguna hay que avanzar con planes más contundentes desde la administración de justicia, por ejemplo, de darle prelación a estos hechos, para que haya más denuncias que a su vez faciliten que más procesos se adelanten y se tenga la opción de llevar a prisión a los responsables.

La actuación debe darse antes de que el desenlace sea fatal y ya no haya nada por hacer. Esas amenazas intimidaciones y golpizas que muchas veces se enmarcan como violencia intrafamiliar, al igual que las desapariciones también tendrían que desencadenar en penas más fuertes para quienes incurren en estos ataques contra las mujeres.

La sociedad en general no puede permitir que esta clase de situaciones se continúen dando. Los medios de comunicación y la academia tienen, como función social, la misión de apoyar y emprender campañas y jornadas educativas, tanto con el fin de repudiar la violencia de género al igual que para ayudar a cambiar comportamientos y tabúes sociales detrás de los cuales se oculta este monstruo.   

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