Con título de comunicadora social de la Universidad Javeriana de Bogotá, Ana Piñeres comenzó su carrera profesional en Colombia. A sus estudios de pregrado agregó los de maestría en literatura hispanoamericana y escritura de guiones para cine y televisión cursados en la Universidad de Barcelona. Es fundadora y actualmente gerente de CMO Producciones, una empresa para hacer cine y televisión. En esta especialidad es autora de largometrajes como “Soñar no cuesta nada”, “Esto huele mal” y “Del amor y otros demonios”. También de las series de televisión, “Tarde lo conocí”, “La niña” y “La Ronca de oro”, entre otras. Lleva también su crédito la nueva producción, “La venganza de Analía”, que transmite Caracol. De su ejercicio intelectual hace parte la docencia en la Universidad Tadeo Lozano, de Bogotá, como lo fue de la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, de Cuba. Además, está vinculada a actividades culturales de la Cámara de Comercio de Bogotá.
La vida de Ana Piñeres se mueve alrededor de la producción audiovisual, de lo cual habla en esta entrevista.
Se está emitiendo por televisión una de sus producciones audiovisuales. ¿Cómo llegó a esa historia de “La venganza de Analía”?
La serie es una creación de mi socia Clara María Ochoa y mía. Es el resultado de una dupla creativa y productiva que por 20 años nos ha permitido llevar a la pantalla grande y a la televisión producciones propias y de otros autores que hablan de la mujer, de lo que debemos explorar como sociedad, como humanidad, temas sociales profundos en medio de una forma entretenida y que conecta con el público. En el caso de “La Venganza de Analía”, nace después de muchos cafés y conversaciones con mi socia, explorando el mundo de la venganza, la corrupción, el mundo político, los personajes que van hasta sus últimas consecuencias por amor a la madre, por sus convicciones y que terminan llegando a tomar la justicia por mano propia (sin justificarlo). Y allí al presentarlo a Caracol TV, hicimos un pool creativo fabuloso con Claudia Sánchez, Said Chamie y el equipo de contenido del canal liderado por Juana Uribe y Leonor Sardi, con quienes siempre trabajamos cada serie de CMO para ese canal.
¿De sus otras producciones, qué destaca?
Sin lugar a dudas los personajes femeninos que nos llevan a conversaciones importantes como país, como seres humanos y que generalmente sus protagonistas son heroínas anónimas o de quienes solo se conoció parte de su obra pero no su vida: historias de mulas inocentes del narcotráfico, la problemática de la trata de personas con fines sexuales, el machismo en el mundo de la música, la cosificación de la mujer, las víctimas de la violencia, la estigmatización, las segundas oportunidades, la justicia, el amor sin edad ni sexo. En CMO nos gustan las historias contundentes, que entretengan y lleguen a sus públicos específicos pero que nos dejen pensando, que generen una conversación familiar y que puedan quedar como un legado de memoria histórica del país.
¿Cómo le ha ido en la producción cinematográfica, en especial?
Yo siento que ha sido un camino grandioso, lleno de aprendizajes, de encontrar un sello, un equipo de cómplices creativos, una estética, una línea temática, una cinematografía contundente y unos diversos modelos de gestión financiera. Sabemos que no es fácil pero hoy existen más fondos, herramientas y políticas públicas que abonan un poco más el camino que cuando empezamos con “Bolívar soy yo” y “Como el gato y el ratón”. Luego, cuando hicimos “Soñar no cuesta nada”, fuimos de los que estrenamos la ley de cine y sus beneficios del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico y de allí en adelante ha sido un trasegar entre el cine y las series en formato cinematográfico con las que hemos encontrado la manera de contar historias de más alto alcance en su duración.
¿Cuál es la situación de las empresas de producción audiovisual en Colombia?
Existen muchísimas empresas de producción audiovisual colombiana. Ustedes levantan una piedra y allí encontrarán una, pues precisamente cada vez hay más espacio de trabajo, de ofrecer servicios de producción, crear obras para televisión regional, nacional e internacional, compañías que se dedican a grandes producciones y otras más independientes que nacen de la necesidad de formalizar administrativamente un proyecto de cualquier característica. Lo interesante es que cada vez nos agremiamos más. Hay más apoyo, cohesión y formas de integrarse y visibilizarse en ruedas de negocios, espacios como el BAM, convocatorias de coproducción y otros mecanismos donde se apoya el contenido y el lanzamiento de voces, autores e historias. Por supuesto que no es tan fácil para todos. De hecho, CMO lleva 20 años convirtiéndose en lo que es hoy, una compañía productora reconocida en la región por sus contenidos, su forma de trabajar tipo boutique y personalizada y sus servicios enfocados al mejoramiento continuo. Nunca terminamos de aprender y de hacer algo más para que nuestros clientes estén felices con el trabajo de nuestro equipo y que como compensación traiga más trabajo para todos.
¿En desarrollo tecnológico cómo está el país?
En Colombia estamos a la vanguardia internacional y las casas de renta son muy juiciosas en ofrecer todos los equipos necesarios para cualquier tipo de producción, y lo que no existe lo importan. Sin embargo, seguimos aprendiendo, explorando las necesidades y enfocándonos con nuestros aliados en ser competitivos, en ese caso el tan conocido “se le tiene” de los colombianos aplica para todo.
¿En qué medida participan las regiones?
Las regiones cada vez están más activas en generación de contenido audiovisual para televisiones locales, en cine y en especial en documental. Es sorprendente como se van visibilizando autores que nos muestran sus conflictos, universos y su visión de Colombia. Yo soy la primera que aplaude los avances de las TV locales, sus acertadas incursiones en la ficción y el valor que tienen para la formación profesional.
En el conjunto de América Latina, qué lugar ocupa Colombia?
Creería que después de México y Argentina, que tienen una tradición cinematográfica y audiovisual muy grande, está Colombia. Nosotros no tenemos familias de tradición en la industria, nuestro cine tuvo una evolución más lenta pero hoy en día somos competitivos en festivales, en calidad, en contenidos y profesionales. Nos falta seguir trabajando más en formación especializada, pero estamos haciendo la tarea con el Sena, con universidades y con escuelas de formación. La asignatura pendiente está en el estudio de audiencias, la descentralización de la educación, la formación de públicos que se conecten con su audiovisual y la alfabetización desde los colegios de su cine y su historia audiovisual, tal como se hace con la literatura o la historia. Sueño con que el cine sea parte del pensum de los colegios.
¿Tiene temas de Norte Santander?
Siempre he querido hacer algo en la tierra que me vio nacer y donde crecí hasta la adolescencia. Pero aun no me ha llegado una historia que me mueva, que sienta la necesidad de contarla. No quiero caer en hablar de la violencia que no me ha dejado volver a Ocaña ni de los falsos positivos que nos pusieron en el mapamundi de una forma tan negativa. Tampoco quiero hacer un documental sobre lugares y personajes. Quisiera encontrar una historia humana que sea importante de contar y que solo pueda hacerse en Norte de Santander y, ojalá, en la Ocaña de mis amores.
¿Hay nuevos proyectos?
Sí, muchos. Estoy escribiendo una nueva serie en este confinamiento. Con mi socia estamos trabajando otros proyectos, también en desarrollo con el equipo creativo de una serie que sé que como todo lo de CMO les va a encantar. Estamos en stand by con la película “El rey de la montaña” que rodábamos cuando apareció la COVID-19 y otro par de películas que estamos madurando y que son en coproducción internacional. En este 2020, además, llegamos a los 20 años de CMO y vienen sorpresas.
¿Se siente realizada en el campo de su actividad?
Soy feliz con lo que hago y es una bendición trabajar en lo que me apasiona, ver el panorama y encontrar lo hecho con CMO Producciones, con las agremiaciones que he cofundado, como la Academia Colombiana de Artes y Ciencias Cinematográficas, ASOCINDE, ser hoy la presidenta de EGEDA, hacer parte del comité ejecutivo del Clúster de Industrias Creativas de la Cámara y Comercio de Bogotá, asesora permanente de instituciones y una activista del audiovisual.
Como ser humano, además, siento que encontré mi esencia, el amor propio, un hogar hermoso, el silencio interior, la meditación, el encuentro con Jesús y mi Virgen adorada (la negrita no me abandona), la cocina, la música, la jardinería, mis perros, el campo… la vida real fuera de tantos spots de mi industria. Ya no necesito más. Mi mirada ahora es hacia el interior y creo que eso se reflejará en una nueva etapa de vida profesional.