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Frontera
El personaje del año: la migración venezolana
550 mil venezolanos llegaron a Colombia en los últimos dos años. De ellos, 290 mil son irregulares. 
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Orlando Carvajal - Periodista La Opinión
Orlando Carvajal
Domingo, 31 de Diciembre de 2017

El fenómeno venezolano en Cúcuta nunca antes había atraído tanto la atención como ahora. Por décadas, colombianos y venezolanos convivieron como dos pueblos hermanos en una frontera que se extiende mil doscientos kilómetros.

El problema que se presenta hoy es que la presencia de un gran número de ciudadanos del vecino país ya no es por un rato ni por un día en Cúcuta. Ahora ellos vienen para quedarse, aunque tengan que hacerlo en parques o andenes. Vienen –dicen- obligados por la crisis social y económica que sacude desde hace dos años a Venezuela.

Para tener una idea de cuántas personas ingresan a diario a territorio nacional por los puentes internacionales Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander o Unión, basta con estar un minuto parado en cualquiera de esos pasos. En promedio diario ingresan, solo por el primer puente, 37 mil personas.

El responsable de la migración en Colombia, Christian Krüger, afirma que en Colombia hay 550 mil venezolanos, que llegaron en los dos últimos años con el deseo de vivir aquí. De esta cifra, 290 mil son irregulares, es decir, que entraron por las trochas o porque se les dio sello de ingreso y superó el tiempo de permanencia, pero no han salido. Del total, solo en Norte de Santander hay radicados 58 mil. 

“Para un país sin historia migratoria, esta cifra es mucho”, dice Krüger. 

Migración Pendular

Pero a diferencia de este tipo de migración de los que eligieron a Colombia como destino, hay otra migración que se mueve de manera pendular entre Cúcuta y Venezuela, y es quizá la que más está impactando a la capital nortesantandereana, sostiene el funcionario.

“El venezolano no tiene los recursos suficientes para alquilar una casa en Colombia y tampoco encuentra trabajo en su país, y si lo encuentra no le alcanza para nada. Entonces lo que está haciendo es arrendar un cuarto en San Antonio o Ureña, viven allá y vienen a Colombia a trabajar cuatro o cinco días y lo que ganan les alcanza para vivir más de un mes en su país, por eso llegan a esta frontera, muchos vienen a comprar comprar productos básicos, alimentos; otros lo hacen por servicios de salud y educación”, explica Krüger.

Pero hay quienes piensan que la gran cantidad de venezolanos que ingresan a Cúcuta no es sinónimo de algo bueno. ¿A qué vienen a diario a Cúcuta 35 mil personas?, se pregunta el secretario de Hacienda del departamento, Martín Martínez.

El funcionario ha sido el único capaz de hablarle duro al Gobierno Nacional sobre la Tarjeta de Movilidad Fronteriza (TMF) que se expidió para identificar al venezolano de frontera en su paso hacia territorio nacional. “Ha sido el peor error. Fue legalizar la informalidad en nuestra ciudad”, dice.

Martínez sostiene que lo que se hizo con la TMF fue un acto de irresponsabilidad (del Gobierno Nacional), porque se endosó al departamento un problema fronterizo. “Eso fue legalizar algo informal a nuestra ciudad y con eso se está amparando más de uno”.

Pero no solo eso –agregó el funcionario- para nadie es un secreto que los venezolanos que ingresan a Cúcuta lo hacen para bachaquear, es decir, vender productos a menor escala, un litro de aceite, un frasco de salsa de tomate, la mayonesa, y con esa utilidad se ganan 25 y 30 mil pesos y van a Venezuela para volver luego al día siguiente. “Convirtieron a Cúcuta en ciudad de paso, pero hay un problema mayúsculo: la inseguridad.

11 por ciento viene a delinquir

Según las cifras de la Policía Metropolitana, desde agosto de 2015 que se cerró la frontera van capturados 789 venezolanos (57 en 2015, 235 en 2016 y 497 en lo que va del presente año) por delitos como porte ilegal de armas de fuego, hurto a personas, hurto al comercio, tráfico estupefacientes, identidad falsa, extorsión, secuestro y homicidio.

El secretario de Gobierno del Departamento, Edgar Pallares, aseguró, no obstante, que este accionar delictivo de los vecinos venezolanos no superaba el 11 por ciento del total de delitos cometidos en Norte de Santander, es decir, que no todos vienen a delinquir a Cúcuta.

Juan Carlos Cortés Arias, secretario de Fronteras y Cooperación Internacional del departamento, sostuvo que aún no se ha producido una respuesta contundente del presidente Juan Manuel Santos al documento que la gobernación, los alcaldes de los municipios del área metropolitana y fuerzas vivas del departamento le enviaron solicitando políticas y herramientas para solucionar la atención a los migrantes venezolanos.

“No solo nos llegó la aftosa, sino enfermedades que ya las teníamos controladas en Colombia, como el saram sarampión, varicela y la difteria”, reveló Cortés. Sin embargo, el funcionario acotó que a los venezolanos se les quiere como hermanos. “No podemos negar que de cada cinco familias en Cúcuta tres tienen familiares en Venezuela.

Nosotros también fuimos en el pasado a Venezuela en busca de mejor futuro y bienestar”. Para el sacerdote scalabriniano Francesco Bortignon, director del Centro Migraciones de la Diócesis de Cúcuta, en el primer año que estuvo cerrada la frontera y en el año y cuatro meses que se permitió el paso peatonal entre ambos países, la situación para estas familias de colombianos y venezolanos ha transcurrido en medio de la peor crisis social que se recuerde.

Para él, la migración venezolana ha venido gota a gota. “Estamos hablando de tres clases de personas, el venezolano puro, las familias mixtas (venezolano y colombiano) y el colombiano que vivía desde hace años allá y que decidió o le tocó volver”.

En su gran mayoría –dice-, son familias jóvenes, con niños y con rasgos de hambre, que la han venido pasando mal, pero son familias que vienen con ganas de trabajar, de conseguir un mejor futuro acá.( este es el prototipo de las familias netamente venezolanas o mixtas). 

Para la sicóloga Alejandra Huertas, el venezolano que llega a Cúcuta y se queda, o el que está de tránsito a otra ciudad o país, no lo hace por turismo, en su mayoría vienen obligados por la crisis social y económica que se vive en su país. “Vienen en busca de servicios y alimentos, y habrá quienes vienen para quedarse, porque no se sienten seguros en su propio país y eso hay que entenderlo y comprenderlo”, dice la profesional.

Niños, la prioridad

Los venezolanos que se acomodaron desde diciembre de 2015 en el barrio Scalabrini de Cúcuta y otro grupo que pernocta en la cancha del polideportivo de Sevilla, cuya cifra asciende a mil, todos tienen en común que migraron por la crisis política y económica que hoy se vive en la patria de Bolívar.

Bortignon dice que la alimentación, salud y seguridad son los factores que se han visto alterados tras la aguda crisis social que desató en Cúcuta luego el cierre de la frontera.

Para Víctor Bautista, cabeza de la Dirección para el Desarrollo y la Integración Fronteriza, “toda esta población entendemos que afronta grandes dificultades, las personas no están saliendo por gusto del territorio nacional en Venezuela, Colombia es consciente de esta situación y por eso se ha concedido atención como en servicios de salud y educación.

Dijo que se está direccionando la atención, principalmente a los menores. No se quiere que los niños estén en la calle en condiciones de mendicidad. 

El problema es inevitable

Pedro Durán - Sociólogo y exconcejal de Cúcuta

La migración venezolana es un problema inevitable.

Eso no significa que debamos resignarnos a sufrirlo, sino que debemos aprender a gestionarlo, y si es posible, a aprovecharlo.

El problema es inevitable porque según datos oficiales, dos tercios de los migrantes tienen nacionalidad colombiana, bien porque nacieron en Colombia, o porque son hijos o cónyuges de colombianos. Comola población binacional residenciada en Venezuela supera los cuatro (4) millones, seguirá llegando en un número cada vez mayor.

También es inevitable el paso de migrantes indocumentados. Si no se ha podido evitar ni siquiera entre Estados Unidos y México, que tienen una frontera marcada por desiertos y alambradas, menos podemos atajarlo en Cúcuta, una ciudad binacional fronteriza con al menos cincuenta y dos trochas y tres puentes internacionales.

El problema llegó para quedarse. Hoy lo tenemos por cuenta del fracaso del Chavismo. Dentro de quince años será por la incapacidad de Venezuela para vivir en medio de un entorno tecnológico marcado por la transición del petróleo a otras fuentes de energía. 

Lea aquí la separata completa, con los hechos más importantes de 2017:

La política migratoria local de los próximos veinte años en Cúcuta, debe comprender estos cinco puntos: 

1. Facilidades para la naturalización de hijos y cónyuges de colombianos provenientes de Venezuela y subsidios con dineros municipales y nacionales.

2. IVA a la mitad. Como esto va para largo, y seguramente empeorará, deben crearse beneficios tributarios que de verdad se sientan y ayuden a sostener la economía de la ciudad.

3. En Cúcuta se requiere un gran centro de atención migratorio, con recursos e infraestructura administrativa semejante a la que existe para la población víctima del conflicto.

4. Algo más complejo, pero indispensable: desarrollar la capacidad de adoptar el talento venezolano que está buscando nuevos horizontes. Esto es perfiles científicos que puedan aportarle su talento a Cúcuta.

5. Seguridad. Más pie de fuerza, video vigilancia y patrullas.

‘Falta mano dura’

Jairo Pulecio - Director Nacional de Acopi

No estoy en contra de la presencia de venezolanos en Cúcuta, siempre y cuando ingresen legalmente y vengan con intenciones de competir sanamente, como los empresarios. El problema de la migración es cuando es ilegal, porque se compite deslealmente, porque nos encontramos con empresarios deshonestos que contratan mano de obra ilegal y obviamente le pagan por debajo del precio legal.

Esa migración nos trae delincuentes, y esos generan xenofobia entre la población cucuteña, porque ya se escucha en las calles expresiones negativas contra los venezolanos, como por ejemplo que son sinónimo de peligro, cuando no es cierto, porque no todos vienen a Cúcuta a delinquir, aunque no hay que ocultar que algunos lo hacen. 

Mi posición es que hace falta mano dura en la frontera. Esta es permeable. Se mueve mercancía y tráfico de humanos a ambos lados. El que pasa por los puentes, bienvenido será, pero el que pasa por las trochas a nada bueno vendrá.

Angustia colectiva

Gladis Navarro - Directora Ejecutiva de Fenalco

Cúcuta es mucho más allá de lo que aparentemente estamos viendo. No solo es el tema social que nos impacta duro, sino el tema empresarial. 

La situación es caótica y no puede permear todas las instancias de las actividades. Esto se está convirtiendo en angustia colectiva, gracias a Dios los organismos internacionales, como la Cruz Roja, hacen presencia en la frontera.

Nosotros lo que queremos es que las autoridades tomen las decisiones que tienen que tomar para que la formalidad prevalezca. Lo importante es que se blinde lo nuestro con decisiones administrativas, las cujales competen al Gobierno Nacional.

Mire lo que está sucediendo con el contrabando. O queremos una ciudad próspera y organizada, o no nos importa lo que está pasando. Este mensaje es para la comunidad. Hay un sentido de responsabilidad de los cucuteños, de entender que la situación es tan compleja y que no podemos seguir igual. La historia nos está llamando a que seamos diferentes.

‘No a la xenofobia’

Carlos Luna - Presidente Ejecutivo de la Cámara de Comercio

No se trata de generar xenofobia con nuestros hermanos venezolanos. Hay que admitirlo: la migración llegó para quedarse.

Esta ciudad va ser inmpactada en el mediano plazo, en los próximos cinco años, porque el fenómeno va a continuar independiente de la situación política y social de Venezuela.

Las ciudades cuando se presenta una migración terminan, a medida que pasa el tiempo, absorbiendo muchas de las cosas positivas y negativas que llegan de esa población, en el tema cultural, económico, demanda de servicios, etc.

Venezuela es una realidad económica y social que está aquí. Será siempre una opción que no podemos cerrar ni desechar.

Una propuesta que tenemos para los candidatos presidenciales es la creación del Ministerio de Frontera, una entidad con autonomía presupuestal, que entienda y tenga en cuenta el pensamiento de la gente y los líderes de frontera

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