El conflicto armado que se vive en el Catatumbo por cuenta del Ejército de Liberación Nacional (Eln) y la disidencia de las Farc sigue dejando víctimas fatales, esta vez con el asesinato de un firmante del Acuerdo de Paz de 2016.
Disney Sánchez Contreras, quien se encontraba en proceso de reincorporación en Convención, fue abordado por hombres armados y asesinado el lunes en inmediaciones del corregimiento La Trinidad, de ese mismo municipio.
Según información suministrada por la comunidad, Sánchez Contreras, quien hizo parte del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) el Negro Eliécer Gaitán de Caño Indio, en Tibú, había trasladado su proceso a Convención para continuar su reintegración a la sociedad.
Con su muerte, ya son seis los firmantes asesinados, según cifras del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), desde que comenzó la confrontación armada entre el Eln y la disidencia en la subregión del Catatumbo, el pasado 16 de enero.
Además de los firmantes asesinados, el conflicto también ha cobrado la vida de tres líderes sociales y mantiene una cifra alarmante de desaparecidos.
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Según datos del Puesto de Mando Unificado (PMU), liderado por la Gobernación de Norte de Santander, 12 firmantes de paz han desaparecido en esta zona: 6 en Teorama, 4 en Convención y 2 en Tibú. Estos hechos reflejan la gravedad de la crisis de seguridad.
El primer firmante asesinado en este contexto fue Pedro Rodríguez Mejía, quien murió el mismo 16 de enero en la vereda Buenos Aires, municipio de El Tarra. A partir de ese momento, los crímenes se sucedieron con alarmante rapidez.
Jhan Carlos Carvajalino Quintero fue la segunda víctima, asesinado en la vereda La Libertad de Convención.
Poco después, Albeiro Díaz Franco, otro firmante del acuerdo, perdió la vida en el corregimiento San Pablo de Teorama.
Ese mismo día, dos líderes sociales fueron asesinados en hechos igualmente trágicos. Pedro María Ropero Delgado, delegado del Programa Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícitos (PNIS) y miembro de la Asociación Municipal de Juntas de Acción Comunal (Asojuntas) de la vereda Campo Seis de Tibú.
El otro líder, Carmelo Guerrero, pertenecía a la Unión Patriótica y era miembro de la guardia campesina de la Asociación por la Unidad Campesina del Catatumbo (Asuncat).
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Cuatro días después, el 20 de enero, otro líder social de Asuncat, José Carrillo, fue asesinado en la vereda Unión Baja, también en el municipio de El Tarra.
Apenas un día después, el 21 de enero, Pedro Nel Angarita Ascanio, quien trabajaba como recolector de basura en Teorama, fue interceptado y asesinado mientras realizaba su labor. Su cuerpo fue dejado en el barrio San Antonio, donde la comunidad posteriormente identificó que se trataba de un firmante de paz.
La escalada de violencia en el Catatumbo no solo ha golpeado a los firmantes y líderes sociales, sino que también ha generado un ambiente de zozobra para la población civil.
Los enfrentamientos entre los grupos armados han desplazado a comunidades enteras, destruyendo proyectos de vida y dejando profundas heridas en la región.
Las familias de las víctimas viven con temor constante, mientras que los compromisos de protección y apoyo a los firmantes de paz parecen quedar en entredicho.
El caso más reciente, el asesinato de Disney Sánchez, es un recordatorio de los múltiples desafíos que enfrenta la implementación del acuerdo en regiones históricamente afectadas por el conflicto armado.
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