El doble homicidio que se registró el sábado 18 de marzo, en el corregimiento Guaramito, muy cerca de la población conocida como Guarumito, en Venezuela, trajo consigo la modalidad violenta que se ha dado con el pasar de los años en la zona de frontera.

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Según se conoció, los dos hombres que fueron atacados con múltiples balazos, al parecer, fueron traídos desde el territorio venezolano para asesinarlos en los límites que dividen los dos países, para que así, las autoridades colombianas se encargaran del levantamiento de los cuerpos.

Uno de ellos, que recibió al menos cuatro impactos en la cara, quedó con una particular característica que utiliza el Ejército de Liberación Nacional (Eln) para poner un ‘sello’ a sus crímenes, poniéndole una camisa en el rostro a sus víctimas.

Uno de los muertos quedó con una camisa sujeta al cuello y con una mano entre la pretina del pantalón. El cadáver fue hallado en la vía Campo Alegre.

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El otro hombre atacado a disparos quedó en la orilla de la carretera que conduce a Llano Seco. Hasta allí, miembros de una funeraria llegaron para trasladar los cuerpos al Instituto de Medicina Legal, a la espera de que las autoridades adelanten la inspección y así los familiares puedan reconocerlos y reclamarlos para darles el último adiós.

Las autoridades tienen pocos detalles de lo que ocurrió en este lugar y de los responsables del macabro ataque.

Precisamente, la presencia de grupos armados ilegales en la frontera con Venezuela desatan una oleada de inseguridad que deja a los habitantes de esta zona en medio del enfrentamiento entre estas estructuras armadas ilegales.

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Para las autoridades es claro que allí hacen presencia las Autodefensas Gaitanistas de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional, que mantienen disputas por dominar el territorio.

El paso de narcotráfico y el cobro de extorsiones hacen que estos apartados lugares, donde no hay presencia de las autoridades, sean apetecidos por estas organizaciones.

Otro asesinato hace ocho meses

En la vía que de Guaramito lleva a la vereda Llano Seco, una funeraria tuvo que recoger el cadáver de un hombre que también fue asesinado a balazos, en agosto del año pasado.

A pesar de que los asesinatos se habían disminuido en este lugar, el riesgo y la violencia siempre están latentes.

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Los habitantes de estos lugares tienen que vivir bajo las órdenes de los grupos ilegales, pues quien se atreva a no atacarlas termina asesinado.

“Esto había estado tranquilo, pero uno sabe que en cualquier momento pasa algo así, por eso toca tener mucho cuidado”, explicó un habitante de la zona en ese momento.

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