Los recuerdos de la generosidad de Jenny Samil Velázquez Velázquez, la mujer de 41 años, quien fue asesinada la mañana del pasado 3 de junio, quedarán siempre en la memoria de quienes la conocieron.
“Ella era una mujer luchadora. El impulso de toda la familia. Era esa que siempre nos llenaba de motivos para seguir en nuestra vida”, así se refirió un familiar de Jenny.
La mujer, oriunda del estado Guárico del vecino país, llegó en 2019, con su hija menor y junto a su marido comenzaron a salir adelante en Juan Frío, Villa del Rosario. Ella trabajaba como vendedora de arepas y pasteles.
El familiar aseguró que ella nunca le contó tener algún problema con grupos armados que operan en esa zona. “Era trabajadora. Vendía frutas, café, arepas y empanadas. Nunca me dijo sobre amenazas. Es muy extraño”, agregó.
Otros allegados a la Jenny Samil aseguraron que ese día la vieron hablar por teléfono, luego de que a las 6:30 de la mañana llegara a su puesto de trabajo.
“Estaba feliz. Jenny sabía que pronto su marido regresaría de Cali, en donde laboraba y eso la tenía contenta. Su generosidad era para todos”, recalcó el allegado.
Según se conoció, ella dejaba que en su casa pasaran la noche personas que no podían cruzar debido al alto caudal del río Táchira. Sin conocerlas, les ofrecía su vivienda, que es cercana a su puesto de trabajo.
“Uno no se explica una muerte de estas. Es decir, una persona que ayuda a otra cómo puede terminar así de esa manera tan violenta”, dijo el familiar.
Jenny Samil Velázquez dejó tres hijos de 21,15 y 10 años.
La muerte
Luego de que Jenny terminará la llamada con su marido y de asegurarle que después volvería a hablarle, atendió a un cliente que llegó a comprarle dos arepas rellenas. Enseguida, sobrevino la tragedia.
Eran las 8:30 de la mañana de ese jueves, cuando varios hombres armados cruzaron la frontera con Venezuela, por la trocha La Ramona, y ante la mirada de varios residentes de ese lugar, concurrido por contrabandistas y transeúntes, dispararon contra ella.
Fueron cinco impactos en varias partes de su cuerpo que la dejaron tendida bocarriba sobre una caja azul en la que tenía unos cartones.
Los familiares y amigos han recurrido a la buena voluntad de las personas que deseen contribuir para aportar y cubrir los gastos de traslado del cuerpo a la tierra natal de la mujer. “La familia la está esperando en su pueblo. No hemos podido reclamar el cadáver y solo deseamos poder reunir lo que se necesita para llevarla cuanto antes”, dijo el familiar.