Tras 15 años dentro de la disidencia de las Farc, Marlon Franco Albernia, alias JJ Guaracas, de 29 años, se entregó a las autoridades, el pasado lunes, representando un golpe estratégico para la estructura.
Desde 2024, había asumido el liderazgo de la compañía Carlos Patiño, con nueve hombres bajo su mando.
Entre sus subordinados se encontraba alias Uco, cabecilla de finanzas; junto con Tuto o Cañón, Negro o Majumba, Juancho y Cayeyo, quienes manejaban los recursos económicos de la estructura.
También tenía bajo su control a alias Albeiro Medina, Paisa, Sebastián y Danilo, combatientes rasos de la organización.
Su historial en la disidencia comenzó en 2010 como miliciano. En 2015 ascendió a guerrillero raso, en 2020 se convirtió en comandante de escuadra y en 2021 asumió como comandante de comisión, hasta alcanzar en 2024 la jefatura de la compañía Carlos Patiño.
Durante estos años, recibió entrenamiento en técnicas y tácticas de guerrilla, así como en el manejo de armas de largo y corto alcance.
A alias JJ Guaracasse le atribuyen varias acciones armadas en el Catatumbo.
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El 12 de julio de 2022, dirigió el hostigamiento a la subestación de Policía de Las Mercedes, en Sardinata, donde sus hombres dispararon con fusiles de largo alcance.
Días después, el 23 de julio de ese mismo año, participó en un combate contra la unidad Albardón 2 en la vereda La Garita, también en Sardinata.
Más recientemente, el 20 de mayo de 2023, ordenó otro hostigamiento a la estación de Policía del corregimiento Las Mercedes, con disparos de fusil.
Su zona de influencia abarcaba el corregimiento Las Mercedes y Luis Vero, en Sardinata, así como Pacelli, en Tibú.
En estas áreas, la compañía que dirigía ejercía un fuerte control sobre la población civil, además de manejar el cobro de extorsiones a las minas de carbón y el recaudo de dineros provenientes del narcotráfico.
Su entrega representa un duro golpe para la disidencia de las Farc, ya que se espera una disminución en las acciones armadas contra la Fuerza Pública, así como en el desplazamiento e instrumentalización de la población en Sardinata.
También supone la pérdida de una fuente clave de financiamiento, al afectar el cobro de extorsiones y el control del narcotráfico en la zona.
Además, con su salida se debilitan las actividades políticas y organizativas del grupo en la región, incluyendo su contacto con las Juntas de Acción Comunal y la difusión de su ideología en las comunidades.
En términos operativos, la estructura perdería una parte de su capacidad armada y delictiva en las zonas bajo su influencia, lo que podría derivar en una reorganización interna dentro de la disidencia.
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