La Federación Internacional de Periodismo (FIJ) pidió este miércoles al Comité de Organización de los Juegos Olímpicos de Tokio que renuncie a la medida de rastreo por GPS de los desplazamientos de los periodistas procedentes del extranjero, denunciando que se trata de un ataque contra la vida privada y la libertad de prensa.

Debido a la persistencia de la pandemia, los casi 6.000 representantes de los medios extranjeros que se esperan en Japón para los Juegos Olímpicos (23 julio-8 agosto) deben suministrar una lista detallada de los lugares a los que planean acudir en sus dos primeras semanas en Japón en las instalaciones olímpicas, así como sus hoteles.

La pasada semana, la presidenta del Comité de Organización de Tokio-2020, Seiko Hashimoto, había anunciado que esos periodistas estarán constantemente geolocalizados por GPS y que deberán respetar las restricciones impuestas, con riesgo de perder su acreditación en caso de violación de las normas.

Los organizadores olímpicos precisaron luego que no se tratará de una vigilancia en tiempo real, sino que estará destinada a un rastreo de los desplazamientos 'a posteriori' en caso de problema.

Esa "vigilancia por GPS pasará por el seguimiento de los teléfonos de los miembros de la prensa", explicó en un comunicado la FIJ.

"Los organizadores de los Juegos les pedirán mantener activa la función de localización y guardar los datos asociados, que podrán ser transmitidos si es necesario", añadió.

"La puesta en marcha de esta precaución priva a los periodistas de su derecho a la vida privada y limite la libertad de prensa", estima la FIJ, que solicita al Comité de Organización que "elimine esa disposición y aborde con los periodistas y sus sindicatos otras formas de mantener la seguridad de todos los participantes".

Las restricciones de acceso a Japón y las condiciones drásticas decididas por los organizadores forzaron a numerosos medios a reducir la cantidad de enviados especiales al evento.

Los deportistas olímpicos tendrán muy limitados los desplazamientos y no se permite la llegada de espectadores procedentes del extranjero.

El gobierno y los organizadores japoneses intentan desde hace meses tranquilizar a la población nipona, que según los sondeos está mayoritariamente en contra de la disputa del evento por temor a que se agrave la crisis sanitaria.