La formación técnica, la que en el pasado se denominaba ‘de artes y oficios’, fue impartida en la ciudad por la Escuela Industrial, durante los años de mediados del siglo XX, en la edificación que desde su comienzo, en 1912, había ocupado la Cervecería Santander, en la calle 13 con avenida sexta.
La fábrica de cervezas desarrolló allí su labor durante más de treinta años hasta que decidió trasladar sus instalaciones al barrio Latino cuando fue adquirida por el Consorcio Bavaria, en 1944, cediendo el inmueble al Departamento, con el compromiso que fuera dedicado exclusivamente a la enseñanza. La Escuela Industrial, que era propiedad de la nación, laboró durante casi diez años en esa edificación hasta que por las dificultades económicas del país y en particular de la región, tuvo que dejar de ofrecer sus servicios.
Por esta razón, en 1954 la comunidad salesiana la recibió en contrato de administración, para que la regentara y continuara ofreciendo a la población cucuteña, la capacitación que se necesitaba en los campos de las artes técnicas. Por aquella época, en las promociones de la Escuela Industrial se graduaban de ‘expertos’, distribuidos en las especialidades de ebanistería, mecánica industrial y electricidad. Sin embargo, la gran dificultad que afrontaban los estudiantes era que no se les certificaba el título de bachiller, por cuanto la institución no estaba facultada ni autorizada para ello, motivo por el cual, la deserción que presentaba el plantel era cada día mayor. La carencia de este diploma de bachiller impedía el acceso de los estudiantes deseosos de continuar carreras universitarias; esta situación era la principal de las causas de abandono, con el agravante que se producía transcurrido más de la mitad del tiempo de estudio, perjudicando así a los estudiantes más avanzados. Consciente la comunidad religiosa de estas limitaciones, solicitó al Ministerio de Educación, en 1962, elevar a la categoría de instituto técnico, la entidad educativa a su cargo.
El entonces ministro de educación, doctor Rafael Azula Barrera, realizó una visita de comprobación a las instalaciones para verificar la idoneidad de sus programas, sin embargo y a pesar de su buenas intenciones, fue gracias a la intervención de Lucio Pabón Núñez, que se logró fuesen los Salesianos los encargados de la formación técnica y moral del nuevo plantel que a partir de enero de 1963, se llamaría ‘Instituto Técnico Industrial’. El contrato fue suscrito por el superior de orden religiosa P. Gaudencio Manachino y la dirección entregada al padre Miguel Müller. Las labores académicas se iniciaron en el mes de abril de ese mismo año.
Desde 1954 hasta el año de iniciación del nuevo plantel, habían recibido su diploma de ‘expertos’, 110 profesionales, quienes tuvieron la mejor acogida del mercado laboral pues fueron contratados en las empresas más representativas de la ciudad y del país y en Venezuela, como lo eran, la Cervecería Bavaria, Centrales Eléctricas, el SENA, Cementos Hércules, Paz del Rio y los talleres de mantenimiento de mecánica de aviación en Venezuela.
Con la creación del Instituto Técnico Industrial empezaba una nueva era en la formación de los profesionales cucuteños. El P. Müller se dio a la tarea de recaudar los fondos necesarios para dotar los talleres, entonces desprovistos casi en absoluto de los elementos indispensables para una buena formación. Con su particular don de gentes y su bondadosa sonrisa recorría el comercio y acudía a las personas pudientes, solicitando los donativos que le permitirían adquirir los equipos esenciales para el desarrollo de sus labores técnicas. Se destacaron los aportes desinteresados de muchos prósperos cucuteños, entre los cuales mencionamos sólo unos pocos, como lo fueron don Antonio Copello y los doctores Miguel Durán Durán y Jorge Soto Olarte, quienes se destacaron como los más entusiastas colaboradores
Por sus contactos en Alemania, de donde era oriundo el P. Müller, logró conseguir las herramientas, los tornos, cepilladoras, sierras, fresadoras y prensas hidráulicas de la mejor calidad, así como un modernísimo gabinete para la enseñanza de la electricidad, único en su género y admirado aún hoy, por su calidad y la cantidad de elementos. Recordemos que las especialidades de ese Instituto eran la mecánica industrial y la electricidad; la ebanistería que provenía de la anterior Escuela Industrial dejó de tener interés entre los aspirantes y aunque los equipos se mantuvieron durante un tiempo, finalmente fue descartada como rama de capacitación y enseñanza.
En 1965, se dio inicio al taller de imprenta con la importación de dos modernas prensas HEILDERBERG, que fueron el sostén de una de las actividades más productivas para el Instituto y que sirvieran para garantizar unos recursos extras a las menguadas finanzas de la institución.
La presión de la ciudadanía aunada a los justos reclamos de los padres de familia y con el apoyo de las autoridades locales, se logró la aprobación oficial en la modalidad de Técnico Superior. Mediante Resolución 1864 del Ministerio de Educación Nacional se aprobó el otorgamiento de diplomas de ‘Expertos’ a los estudiantes que hubieran cursado y aprobado los cinco (5) años de estudios técnicos y de ‘Bachilleres Técnicos’ a quienes hubieran cursado y aprobado los siete (7) años de los mismos estudios.
Para cumplir con las exigencias del Ministerio, además de los modernos equipos adquiridos y de la nueva sede que se encontraba en construcción, se contrataron dos ingenieros como profesores de tiempo completo quienes completaron la exigente nómina de docentes solicitados por el Ministerio.
La modalidad de bachillerato técnico, impartida entonces por el colegio Salesiano, se constituyó como la primera que sería otorgada en la ciudad antes de las reformas que se presentarían años más tarde.
Es de resaltar que para la época de la crónica, en Colombia solo existían instituciones similares en Bogotá, Bucaramanga, Medellín, Pereira y Barranquilla, con lo cual, Cúcuta entrada en un grupo privilegiado de ciudades. En la promoción inicial se graduaron los primeros 14 expertos y siete bachilleres técnicos.
Gerardo Raynaud D.
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