La deforestación en la Amazonía brasileña cayó a la mitad el año pasado, según cifras oficiales difundidas el viernes, luego de que el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva impulsó políticas ambientalistas para parar la creciente destrucción.
Sin embargo, la realidad fue distinta en la llanura del Cerrado, al sur de la selva tropical, donde la tala de árboles alcanzó un nuevo récord anual en 2023, aumentando 43% frente al año anterior, según el programa de vigilancia Deter del instituto nacional de investigaciones espaciales.
Datos satelitales mostraron una superficie de 5.152 kilómetros cuadrados de bosque destruido en la Amazonía brasileña el año pasado, una caída de 50% comparado con 2022.
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No obstante, eso representa más de tres veces el tamaño de Ciudad de México en el sector brasileño de la selva tropical más grande del mundo, que juega un papel vital en la absorción de los gases de carbono que empujan el calentamiento global.
De su lado, el Cerrado, un tesoro de biodiversidad con ecosistemas intrínsecamente ligados a los de la Amazonía, perdió 7.828 kilómetros cuadrados de vegetación nativa el año pasado, el mayor número desde que comenzó la observación en 2018.
“El 2023 fue un año de algunas conquistas importantes en el área socioambiental. Vale destacar la reducción significativa de la deforestación en la Amazonía”, dijo Mariana Napolitano, del grupo ambientalista WWF-Brasil.
“Pero lamentablemente no vemos la misma tendencia en el Cerrado (...) Eso está perjudicando mucho la conservación de ese bioma y los importantes servicios ecosistémicos que provee. Y vimos el impacto al final del año, con las altísimas temperaturas”, añadió.
Los datos para la Amazonía y el Cerrado estaban actualizados hasta el 29 de diciembre.
En conjunto, el área total talada en las dos regiones suma 12.980 kilómetros cuadrados en 2023, una reducción de 18% comparado con 2022.
Luego de derrotar por un estrecho margen el intento de reelección de Jair Bolsonaro en los tensos comicios de 2022, Lula inauguró un tercer mandato el 1º de enero de 2023, clamando el regreso de Brasil a la lucha contra la amenaza climática.
Bolsonaro (2019-2022), un aliado del poderoso agronegocio, había sido objeto de críticas internacionales, ya que durante su gestión la deforestación amazónica avanzó 75% respecto al promedio de la década anterior.
Según expertos, la destrucción en la Amazonía y el Cerrado es impulsada principalmente por la ampliación de tierras para la agricultura y ganadería en Brasil, el primer exportador mundial de soja y carne.
Colombia desplaza la tala
Cuatro depósitos situados en un valle del noreste de Colombia están repletos de madera decomisada al mercado ilegal: son tablones que tendrán una segunda vida como hogar para las abejas, esenciales para el planeta pero que están amenazadas por el cambio climático y los agroquímicos.
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En el departamento colombiano de Santander, la principal autoridad ambiental implementa desde 2021 la iniciativa “La madera vuelve a casa”. Al tiempo que es “sostenible” porque reutiliza la madera talada ilícitamente, el proyecto ayuda a mitigar el “problema sumamente grave” que supone el riesgo de extinción de las abejas, fundamentales para la biodiversidad y la agricultura por su función polinizadora, explica a la AFP el biólogo Germán Perilla, director de la fundación Honey Bee Impact.
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