El tapón del Darién, el inhóspito camino selvático que conecta Panamá y Colombia, es usualmente el escenario para todo tipo de abusos contra los migrantes que buscan una mejor vida. En esta región, conocida por sus peligrosas condiciones naturales y la presencia de grupos armados, la violencia y las agresiones sexuales se han vuelto La densa selva, ríos caudalosos y montañas hacen que sea un escenario de alto riesgo para agresiones y todo tipo de abusos, así lo indicó Tirana Hassan, la directora de la ONG Human Rights Watch, a El País.
Como primera mujer al frente de la ONG que protege los derechos humanos, advirtió que “he trabajado en el campo humanitario durante casi 20 años y nunca había visto lo que vi con respecto a las mujeres que cruzan el Tapón.
La violencia sexual es tan frecuente que llevan la píldora del día después cuando comienzan el trayecto. Los gobiernos de Colombia y Panamá deben responder ante los casos de violencia sexual. Debe haber un compromiso más robusto para enfrentar el crimen organizado, el Clan del Golfo en esencia administra estas poblaciones”.
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Así lo corroboró Juan Arturo Gómez, periodista independiente de la región que ha documentado por años la realidad que se libra en la frontera y quien es conocido por ayudar en producciones para medios de todo el mundo de la talla de CNN y The New York Times, y detalló los casos “aberrantes” que se cometen contra mujeres e incluso menores de edad en el lado panameño de la frontera, pues asegura que desde 2019 no se registran estos casos en territorio colombiano.
Según Gómez, las agresiones sexuales son una constante, “las violaciones y maltratos a la mujer y a los niños, también, han sido históricos”. El reportero, que se encontraba saliendo del Darien panameño cuando hablamos con él, reveló que en sus conversaciones con los migrantes les recomienda, “sobre todas las niñas, cuando hablo con ellas, que se queden ocho, nueve, 10 días sin bañarse”, para evitar ser atacadas.“Los migrantes las tusan, les ponen ropa más grande para que parezcan niños”.
La desesperación y el miedo que sienten principalmente las mujeres a ser víctimas en este peligroso camino llega al punto de que “puede ser más la zozobra misma de las niñas y las mujeres por el temor por las violaciones que por los mismos peligros de la selva”, dice Gómez tras haber escuchado el testimonio de una madre de dos niñas en el Darién que no lograba dormir pensando por sus hijas y el temor a una agresión. Mientras cubría el Darién, le relataron “casos aberrantes”, recuerda el periodista.
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Panamá, por su parte, está tratando de establecer un control más estricto sobre quién cruza su frontera, según reveló Gómez. El reportero se reunió con el comandante del Servicio Nacional de Fronteras panameño (SENAFRONT), pues el país vecino tiene autorizado un paso humanitario por Acandi-Las Tecas-Peña Blanca, sin embargo, hay otras tres o cuatro rutas imposibles de custodiar: “Son 270 kilómetros de frontera de la selva más inhóspita y más difícil que hay, aparte de las otras fronteras de Panamá que tienen que ser custodiadas por 100.000 hombres, eso es imposible custodiarlo”.
Por lo que Gómez detalló que “Panamá quiere solamente que exista una sola vía migratoria, Y que se cree un puente, un puente humanitario prácticamente. Esa sería la única vía migratoria para el Darién (la de Acandi-Las Tecas-Peña Blanca). Y lo que me dice el comandante de la SENAFRONT es que si Colombia toma la determinación, se recibirían a los migrantes en el lado panameño y serían trasladados hasta el albergue de la ONU”.
“Y yo pienso que eso es lo que debería hacer Colombia. Y es que Panamá quiere hacer un control que personas con antecedentes jurídicos, personas con deudas con la justicia y personas que no tengan documentos legales, sean deportadas y no ingresen a suelo panameño. Considero que debe hacerse eso”, detalló.
“Senafront y Panamá está dando protección en este momento, apenas puso frontera a los migrantes que pasan por el albergue Las Tecas. Los migrantes que salen por otras rutas sí están expuestos a muchas cosas”, señala Gómez. “Panamá quiere hacer algo, pero Colombia no lo está escuchando y eso es de la única forma de que terminen esas violaciones y esos atropellos”, concluyó.
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