El expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva regresará al poder en Brasil por tercera vez tras vencer al ultraderechista Jair Bolsonaro en el balotaje por un estrechísimo margen, reflejo de una inmensa división en el gigante sudamericano.
El ícono de la izquierda latinoamericana, de 77 años, se impuso por 50,83% de los votos frente a 49,17% para el excapitán del ejército, de 67 años, con el 98,8% escrutado.
La velada electoral fue agónica pues ambos candidatos se mantuvieron codo a codo durante todo el escrutinio.
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La diferencia en votos es de 1,9 millones a favor de Lula, para un total de 156 millones de electores.
El estallido de júbilo en la emblemática avenida Paulista de Sao Paulo, donde se recuperaron millas de votantes de Lula, fue inmediato. "Brasil está volviendo a los carriles tras cuatro años de oscuridad, la población estaba sintiendo miedo y pasando muchos problemas", dijo a la AFP Larissa Meneses, de 34 años.
Bolsonaro ha lanzado mensajes contradictorios sobre si reconocerá los resultados en caso de derrota. El viernes aseguró que lo hará: "El que tenga más votos, gana". "Es la democracia".
Lula, que gobernó Brasil de 2003 a 2010, cuenta con el apoyo de los más pobres y de quienes se resintieron de las políticas y exabruptos de Bolsonaro, como los jóvenes, las mujeres y las minorías.
Prometió "arreglar el país" impactado todavía por la crisis de la pandemia y sus 688.000 muertos.
En su campaña destaca sus logros socioeconómicos, como la salida de la pobreza de más de 30 millones de brasileños gracias a iniciativas sociales financiadas con el 'boom' de las materias primas.
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En este tercer período no contará con la misma bonanza: si bien la economía da señales de mejoría, con crecimiento, menos inflación y más empleo, está lejos de la prosperidad de los años 2000.
Tampoco lo tendrá fácil en el Congreso, donde los conservadores son la mayoría.
Lula volvió al ruedo político el año pasado, después de que sus condenas por corrupción resultaron anuladas por motivos procesados. Había estado preso 19 meses salpicado especialmente por el escándalo "Lava Jato" sobre una red de sobornos en la estatal Petrobras.
La campaña acentuó la polarización en el país, dividida entre un movimiento conservador y aquellos con una visión progresista, acorde con la diversidad social de Brasil.
"Para nosotros, el regreso de Lula es muy importante, tratar de demarcar nuestras tierras, tenía proyectos", dijo a la AFP el chamán Saha da Silva, del grupo indígena sateré-mawé, que votó en su comunidad de Iranduba, a 80 km de Manaos, capital de la Amazonía.
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Bolsonaro, un excapitán del ejército, buscó la reelección defendiendo los valores tradicionales y la reciente mejora de los datos económicos -ralentización de la inflación caída y del desempleo-, al tiempo que siguió insuflando un discurso nacionalista.
Un mensaje especialmente apreciado por el agronegocio y la población evangélica, que representa un tercio del electorado y sigue ampliándose en todo el país.
Brian Winter, redactor en jefe de la publicación Americas Quarterly, previó un "gobierno débil" de Lula: "Estará bajo la lupa desde el primer día y hará frente a un Congreso hostil", dijo.
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