Los cohetes Angara, bautizados en honor a un río siberiano que desemboca en el lago Baikal, son la primera familia de lanzaderas construida tras el colapso de la Unión Soviética.
Estos artefactos han sido diseñados para reemplazar los cohetes Proton, que se remontan a la década de 1960, y sufrieron una serie de fallos en años recientes.
El presidente Vladimir Putin confía en que estas nuevas lanzaderas reactiven la industria espacial rusa y reduzcan su dependencia de antiguas repúblicas soviéticas.
Sus responsables aseguran que los cohetes Angara son menos dañinos para el medio ambiente que sus predecesores porque están impulsados por oxígeno y keroseno en vez de heptilo, muy contaminante.
El programa espacial ruso mandó al primer hombre al espacio en 1961 y lanzó el primer satélite cuatro años después.
Pero desde la caída de la Unión Soviética en 1991, se ha visto plagado de escándalos de corrupción y otros contratiempos, como la pérdida de costosas naves espaciales y satélites en años recientes.
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