Desde su inculpación, Donald Trump intensificó aún más sus ataques contra el Departamento de Justicia, al que ya había calificado de "monstruo malvado", con el riesgo de que eso mine la confianza de los estadounidenses en el Estado de derecho.
Acusado de haber guardado de manera ilegal documentos secretos de la Casa Blanca, el multimillonario de 77 años es el primer expresidente estadounidense en ser procesado por la justicia federal.
El republicano también es por ahora el principal rival del presidente Joe Biden para las elecciones de 2024.
"Pone al país en una situación de mucho riesgo", enfatiza Edward Foley, profesor en la Universidad de Ohio.
Para este experto en derecho electoral, hay una tensión "inevitable" entre dos principios básicos de la democracia: que "nadie está por encima de la ley" y que "el gobierno no debe usar su poder contra sus opositores". Para evitar este conflicto, el fiscal general Merrick Garland, que supervisa el poder judicial federal, le confió el caso a un fiscal especial conocido por su rigor, Jack Smith, mientras el presidente Biden hace lo suyo al abstenerse de comentar.
Pese a ello, Trump se dice víctima de un "Departamento de Injusticia", "corrupto" y mercenario de "la izquierda radical".
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"Cuando se arresta al principal oponente político, ya no estamos en una democracia", insistió el martes por la noche en medio de un discurso a sus seguidores.
Como sucedió durante su cruzada para desconocer su derrota en las elecciones presidenciales de 2020, los reclamos esta vez también hacen mella en su base electoral: según una encuesta de You Gov, el 76% de los votantes republicanos cree que las demandas contra Trump tienen "motivaciones políticas".
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