Mi papá fue un gran esposo, hijo, padre y amigo, pero ante todo, un gran educador, profesión a la que le dedicó 45 años de su vida, tanto en la Secretaría de Educación del departamento, como en el colegio del cual fue rector. Además fue escritor (14 libros) y columnista de La Opinión.
Dejó un legado entre sus hijos y alumnos: “haga el bien, sea honesto, estudie, prepárese, trabaje honradamente y siempre busque el bien común, no el personal”. Fue reconocido como un defensor de su terruño, de las buenas costumbres y del correcto proceder.
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Como padre, le decía a sus dos hijos que el estudio y la preparación académica eran lo mejor para que la sociedad fuera más próspera. Su mayor orgullo fue tener una familia unida, con su esposa Carmen, que no sólo lo acompañó siempre, sino que además fue su consejera y confidente permanente.
Que sus hijos lograran éxitos en lo personal y en lo laboral, lo hacía sentir orgulloso, tanto como sus dos nietas cuando le decían “abuelito, te queremos mucho”. En Norte de Santander fue un faro y luz para muchos educadores y funcionarios, quienes lo consultaban y seguían sus consejos. Carlos Eduardo Ordúz fue un gran ciudadano, un cucuteño destacado, un gran ser humano.
Por: Carlos Ricardo Orduz
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