Todos los días, sobre las 5 de la mañana, Pastora Basto Cruz se arma con su escoba, recogedor, el uniforme de las Empresas Públicas de Chinácota (Emchinac) y sale a recorrer las calles de ese municipio para desempeñar una loable labor: ser escobita.
La tarea de limpieza se hace más destacable en el caso de Pastora debido a que desde niña presenta acondroplasia (enanismo), una condición física de la que se siente orgullosa y que muestra con todo orgullo.
“Hay unos pequeños que se achicopalan, que se avergüenzan, a muchos los tienen guardados, no los sacan, los quieren hacer grandes porque los hacen operar, quieren hacerlos crecer a juro, uno es como es, es una discapacidad, pero hay que hacerla pequeña, mostrarla, no es para echarse a morir”, sostiene.
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Pastora, hoy con 53 años, es la décima de 14 hermanos, siendo ella la única con acondroplasia, condición que, asegura, heredó tras un mal procedimiento practicado a su padre.
“Mi mamá le echa la culpa a una inyección que le colocaron a mi papá, a él se le había reventado la vena varice, y le pusieron altas unidades de una inyección”, comenta.
La condición de Pastora no es impedimento para recoger la mugre que otros dejan, labor que hace en compañía de Isis, una perrita en situación de calle de Chinácota que la acompaña a donde va.
“Ella es mi amiga fiel, desde que salgo a las 5 de la mañana está ahí conmigo, yo la mimo, ella me acompaña, cuando tengo que ir a barrer a otro lado y no la puedo llevar ella persigue el carro o la Chana (vehículo de transporte público en Chinácota) para llegar a donde estoy”, sostiene.
El barrer las calles, recoger basura, cambiar bolsas y hasta limpiar la entrada de las alcantarillas no ha sido impedimento para Pastora, que considera que la discapacidad es mental y no física.
“Ser enana ha sido bonito, porque hay grandes que no han recorrido los sitios que yo conozco, me parece muy bonito porque a mí no me achicopala ser enanita, la gente me quiere y yo los quiero, algunos me pueden mirar sorprendidos, pero siempre lo tomo por el lado bueno”, comenta.
Fuera de su labor como escobita, Pastora, ha sido vendedora, líder social y hasta torera, labor con la que ha conocido diferentes países del mundo por medio de Superlandia Internacional, empresa de entretenimiento que manejan Noel Valencia y James Valencia.
“La presentación de los enanitos toreros no se trata de maltratar al animal, lo que queremos es entretener al adulto, al anciano, más bien los animales nos maltratan a nosotros, pido que podamos salir otra vez a presentarnos, hay que echarlo adelante que no se pierda esa actividad cómico-taurina”, manifiesta.
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Pastora, desde los 30 años, es madre por segunda vez, pues su primer hijo lo perdió, asegura, por un mal tratamiento de una fiebre, razón por la que cuida de manera especial a su único hijo (Fabián), quien también presenta acondroplasia.
“A Fabián si le daba rabia que lo molestaran, cuando niño le tiró un bombón a otro niño que le dijo enano, entonces me llamaron a la rectoría, pero ya siendo adulto ha sabido llevar las cosas y se ha adaptado a la gente”, comenta.
Hoy, como todos los días del último año, Pastora se levantó muy temprano para cumplir su misión de recorrer y limpiar las calles de Chinácota, la mismas que espera seguir caminando hasta sus últimos días.
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