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Política
Asimilo lo que sucede en Cúcuta con una tragedia natural: De la Calle
En su visita a la ciudad, el candidato presidencial conversó con La Opinión sobre sus propuestas para esta zona.
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Cicerón Flórez Moya
Cicerón Flórez
Domingo, 15 de Abril de 2018

Humberto De la Calle Lombana está entre los dirigentes colombianos sobresalientes por su formación intelectual, los positivos resultados en los cargos desempeñados y la transparencia de sus actos. Nació en Manzanares (Caldas) y estudió Derecho en la Universidad de Manizales.

Ha sido decano de la Facultad de Derecho en la Universidad de Caldas, secretario de despacho en su departamento, registrador nacional, vicepresidente, ministro y embajador. 

Tuvo activa participación en la Constituyente de 1991, en representación del Gobierno presidido por César Gaviria, y es autor de un libro sobre su experiencia en esa función. Presidió la delegación oficial que negoció en La Habana el acuerdo de paz con las Farc, que llevó a la desmovilización de esa organización guerrillera. 

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Ahora es el candidato del Partido Liberal a la Presidencia y este fin de semana estuvo en Cúcuta, por primera vez, en plan de campaña. La Opinión conversó con él sobre sus propuestas.

¿Siente que el Partido Liberal está verdaderamente comprometido con su campaña?

Estuve en la reunión de dirigentes liberales, en la cual hicieron presencia congresistas y algunos que no consiguieron su elección. Allí sentí que el partido está unido alrededor de mi candidatura. Asumieron el compromiso de meterle toda la musculatura a esta causa. Eso me dejó satisfecho. Además, quedó atrás la discusión sobre estructuras jerárquicas y al respecto cualquier otra inquietud debe darse después de las elecciones.

Pero, ¿hay quienes insisten en que el liberalismo está en crisis y que eso está afectando su candidatura?

La crisis de los partidos es general y no es exclusiva del liberalismo. Hoy debo reconocer que hay más Partido Liberal que otros. 

¿Cree que son injustas las encuestas con usted, pues tras varios meses, nada que repunta?

Sigo creyendo que tenemos una propuesta que arranca desde el centro, que no es un centro descafeinado sino comprometido con la transformación social, que no va a los extremos, pues esos son caminos vedados para Colombia. No me va bien en las encuestas, eso lo sé, pero sin pelear con las encuestas, hay que advertir sobre las equivocaciones.  

¿Cómo cree que han recibido los colombianos su candidatura, a partir del trabajo que hizo en favor del acuerdo de paz con las Farc?

Para mí, el fin del conflicto con las Farc fue un hecho trascendental, histórico. Es probable que el mensaje de la paz no haya funcionado de manera completa. Es paradójico que parte de mi fortaleza sea el acuerdo de paz, pero al mismo tiempo es por lo cual me atacan. Confío en que esto se vaya aclarando. 

Además de su defensa al acuerdo de paz con las Farc, ¿cuál será su otra prioridad si llega a ser el presidente de Colombia?

El problema de Colombia se llama inequidad. Es grave. Estamos el mismo nivel  de Haití, Honduras y Guatemala. Es posible cambiarlo, pues no solamente es un asunto de recursos, sino también de voluntad política. Esta es una sociedad muy inmovilista y hay cierta resistencia a los cambios que se requieren. Es más, la discusión contra el acuerdo encubre una realidad distinta. Es el deseo de que no haya reforma rural integral, que no mejore la política y seguir con la misma situación actual, que es insostenible. El mayor riesgo de Colombia es que no logremos, concluido el conflicto, asumir la lucha por la equidad social. No se puede seguir con tanta desigualdad.

La corrupción ha llegado a niveles alarmantes y el país parece estar tomando conciencia de ese mal. En un gobierno suyo, ¿qué tanto se podría erradicar?

El problema de la corrupción es que ya no es de orden penal. Es de cultura. Los corruptos pagan penas irrisorias. Se reincorporan luego a la sociedad y ni siquiera hay sanción social. Tengo un programa de cuatro puntos de lucha contra la corrupción. Esta nace en el sistema político.

Esa relación de gobiernos que presionan y congresistas que reciben mermelada es nociva. Si no se rompe eso, no se va salir de esa encrucijada. ¿Por dónde empezar? El punto de partida es la Presidencia de la República. El que me pida mermelada lo saco de la oficina. 

¿Cuáles son sus diferencias y sus aproximaciones con el presidente Juan Manuel Santos? 

Le reconozco a él la paz. Le tengo un enorme agradecimiento y no voy a cambiar por conseguir unos votos. Sería desleal. Pero a su vez, yo no hice parte de la administración. Tengo libertad de postulación política y tengo suficiente recorrido para no ser un calanchín de nadie. Creo que el Gobierno ha tenido aciertos y también desaciertos. Me siento con independencia plena para seguir el camino, sobre la base de interpretar el sentimiento del Partido Liberal.

(El sábado en la tarde, el representante Alejandro Carlos Chacón le organizó una reunión a De la Calle en el Hotel Tonchalá, en la que también estuvo presente el expresidente César Gaviria.)

Norte de Santander

¿Cuál es su propuesta para hacerle frente a la crisis de la zona de frontera?

Propongo una zona económica especial. Yo viví como caldense lo que pasó con el Nevado del Ruiz y allí se establecieron incentivos tributarios de larga duración para inversión. No fueron pequeños decretos de emergencia económica volátiles, sino una decisión de fondo. Asimilo lo que está pasando en Cúcuta con una tragedia natural. En Cúcuta están presentes los problemas generalizados del país, pero también unos adicionales y entre estos el de la migración. 

¿Cómo cree que se debe asumir el problema migratorio?

Este es un asunto que tiene una dimensión mundial. No es algo local. Hay que tratar al venezolano sin odio, aplicando una política humanitaria, altruista, pero se necesita ayuda nacional, participación de organismos multilaterales y más control.

Y, ¿qué sugiere frente a la sustitución de los cultivos ilícitos y el elevado aumento de los mismos en el Catatumbo?

Lo del Catatumbo es preocupante de la misma manera que se debe reconocer el aumento de los cultivos de coca. El país no puede desistir del camino que ofrece la sustitución voluntaria. Otra cosa es el narcotráfico, cuya actividad no puede seguir. Solo habrá una solución sostenible respecto a los cultivos, en cuanto se resuelva el problema agrario y la subsistencia de los campesinos sembradores.

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