“Si usted está pegado, salado, no tiene trabajo, lo dejó su pareja y ve que todo le sale mal, le recomiendo que se bañe con las siete hierbas”.
Maira Lorena Díaz Perozo da ese consejo a quienes llegan a su venta de hierbas, en la esquina de la calle 6 con avenida 5 del barrio El Callejón, en la zona céntrica de Cúcuta, arrastrando sus dolores y mascullando sus tristezas.
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Si lo que se quiere es descargar las energías negativas, le envuelve en una hoja de periódico siete hierbas amargas que tienen la propiedad de sanar tanto el cuerpo como el alma: zorruno, ruda, verbena negra, abrecaminos, anamú, altamisa y un poco de tomillo es lo recomendado.
En cambio, si el asunto es atraer la buena suerte, mejorar las relaciones con el ser amado, lograr la fortuna y obtener prosperidad, el baño debe ser con hierbas dulces como manzanilla, hierbabuena, albahaca, sígueme, cariaquito morado, citronela y menta, muy efectivas y recomendadas, dicen con tono suave Maira Lorena.
Esta mujer, que pasa de los 40 años, se gana la vida como yerbatera, oficio que aprendió de sus padres Roberto Díaz Ortega y Ligia Perozo, quienes a su vez heredaron de sus mayores los conocimientos de curar y dar paliativos para muchas enfermedades a partir de hierbas medicinales.
En esa tradicional esquina de la capital de Norte de Santander, Maira se ubica entre las 6 de la mañana y las 6 de la tarde, en una jornada de 12 horas en las que vende todo tipo de hierbas, que sus clientes buscan para curar dolencias, bajar la inflamación, secar erupciones de la piel, expulsar cálculos, como si se tratara de una botica popular.
Mucho pedido
La caléndula sirve para curar la gastritis, desinflamar los ovarios y la próstata, por lo que su venta es un ‘machetico’, dice esta yerbatera que también tiene un puesto de venta en la Central de Abastos de Cúcuta (Cenabastos).
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La cúrcuma oxigena el cerebro, la albahaca es un buen condimento para adobar las comidas y es desinflamante, mientras que la manzanilla es diurética. Albahaca y manzanilla, acompañadas con menta sirven para bañar a los niños que están helados, según esta mujer que mantiene viva la tradición de curar con hierbas medicinales.
La sarna se quita con bebedizos y baños de ortiga y salvia, la hemorroides con dividivi y los cálculos se expulsan tomando cola de caballo y diente de león en infusión, mientras que para la tos y los bronquios lo recomendado es el eucalipto, que además sirve para correr los zancudos en sahumerio.
Tuna mejicana para bajar el azúcar, fortalecer los pulmones y curar los espolones, y para reducir la inflamación de la próstata se recomienda la infusión de vira vira, muy efectiva y solicitada por los hombres, asegura Maira Lorena, quien tiene tres hijos, los que ha sacado adelante con las ventas callejeras de hierbas.
Una tradición en el corazón de Cúcuta
Los yerbateros, quienes en su mayoría se ubicaban en el antiguo mercado de La Sexta, que fue demolido para dar paso al Parque Lineal, se trasladaron a la Nueva Sexta, colindante con Cenabastos, aunque algunos se quedaron en calles y avenidas de la zona céntrica, ofreciendo sus mercancías en carretas y tenderetes.
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Entre ellos está Roberto Díaz Ortega, de 72 años, padre de Maira Lorena y de otros cuatro hijos. Este vendedor informal que todos los días estaciona su carreta construida de madera, en la calle 6 entre avenidas 5 y 6, asegura que hay días buenos, como los martes y viernes, cuando la gente por agüero compra muchas hierbas para baños y riegos de negocios y casas.
Otros llevan hierbabuena para sacarles el hielo de difunto a los niños, pero que también es agradable para tomar en infusión a fin de mejorar el sistema nervioso y conciliar el sueño, al igual que el cidrón, cuyas hojas se utilizan como té de hierbas por sus propiedades aromáticas, digestivas y antiespasmódicas, ayudando a mejorar la tensión arterial y el corazón.
El cardo santo, un efectivo antiséptico, desinfecta las heridas, además de tener propiedades para la cura del cáncer, por eso es uno de los productos más solicitados, dijo Díaz Ortega, que compra las hierbas que traen sus proveedores de Chinácota, Pamplona y Herrán, y que le dejan una ganancia en días buenos de entre $50.000 y $60.000.
Picardía y pregón
Muchos de los vendedores de ese sector tienen hasta retahílas para atraer a sus clientes y no dudan en cantarlas con mucha gracia y sabor: “Si su niño es barrigón, olvídese de purgantes, cuélguele ajitos bastantes en la nuca del mocoso, embútale al lagañoso paico por boca y nariz, y un costalado de lombriz bota por arte de magia, y si tiene solitaria, también la bota el mugroso”.
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Otro verso de un poema popular de Mario Mosquera, dice: “Para usted borrar esas manchas que le jodieron su cara, hay una receta rara que yo solo la he vendido. Coja un caracol molido, apachúrreme cuatro limones enteros y se me unta esta pomada, y si no le sirve pa’ nada, tiene que cambiase el cuero”.
Otros más solícitos recomiendan al que pasa por su venta, que si el asunto es de impotencia, “tomen un preparado de algarrobo con vino Sansón, leche de vaca y cola granulada, para no quedar mal en las artes amatorias y se les pare todo”.
En la canción Yerbero que inmortalizó Celia Cruz, la “guarachera de América”, se escucha el pregón del yerberito: Traigo yerba santa, pa' la garganta/ Traigo Keisimón, pa' la hinchazón/ Traigo abrecaminos, pa' tu destino/Traigo la ruda, pa' el que estornuda/También traigo albahaca, pa' la gente flaca/El apasote, para los brotes/El vetiver, para el que no ve/Y con esa yerba se casa usted…
Y más reciente, en el pegajoso tema de Juanes, se le rinde homenaje a estos personajes tan populares en nuestras ciudades colombianas: Soy yerbatero/Vengo a curar su mal de amores/Soy el que quita los dolores/Y habla con los animales/Dígame de que sufre usted/Que yo le tengo un brebaje/Que le devuelve el tono y lo pone bien/Bieeeen bieeen bieeeeeeeeeen.
Los yerbateros con conocimientos empíricos en ciencias naturales, recetan y expenden plantas medicinales, saberes heredados de sus mayores y que hacen parte del patrimonio cultural de la Colombia profunda, quienes con su arraigo en ese viejo oficio han permitido que ese mercado no se extinga, y sobrevivan recetas caseras que han sido el bálsamo y la mejoría para muchas dolencias desde tiempos inmemoriales.
En fin estas personas, en las calles de las ciudades o en las plazas de mercado, seguirán en su oficio recomendando como una alternativa terapéutica y paliativa, ruda, cicuta, romero, borrachero, tomillo, tuna, verbena, altamisa, paico, matarratón, diente de león y salvia, entre otros productos de la botánica y la farmacopea natural, no obstante la proliferación de farmacias, centros médicos de especialistas y el avance de la ciencia biomédica, pues no todos tienen acceso a esas instancias por los elevados costos y la desigualdad que caracteriza a nuestra sociedad.
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