Satanás, Beelzebul, Lucifer, Asmodeo, Meridiano, Zabulón, son apenas algunos nombres que identifican a los demonios más conocidos en la religión católica. Aunque hay otros llamados de forma común como destrucción, perdición o ruina, solo el poder de la creencia es capaz de expulsarlos al mismo infierno mediante un rito: el exorcismo.
El sacerdote italiano Gabriele Amorth explica este suceso mediante sus investigaciones recopiladas en el libro Narraciones de un Exorcista. “En un principio el demonio hace todo lo posible para no ser descubierto o por lo menos para esconder la gravedad de la posesión, aunque no siempre lo logra”, afirma.
Sin embargo, detalla que los demonios son entidades malignas que solo pueden dominar el cuerpo más no el ‘alma’ de quienes son poseídos. Es por eso que el primer paso es la aceptación del padecimiento que generalmente no tiene explicación científica.
Para el sacerdote Jorge Andrés Restrepo, miembro de la Diócesis de Barrancabermeja, este procedimiento debe ser diagnosticado por un padre previamente autorizado por el obispo, y debe estar acompañado de un médico, psicólogo o psiquiatra para identificar que realmente se trate de una posesión del demonio y no de una enfermedad física o mental.
“En una oración inicial y diálogo con la persona que se siente afectada, se determina si de verdad necesita un exorcismo o solo padece de algún problema psiquiátrico que deba ser atendido”, manifiesta Restrepo.
A su vez, señala que son remotos los casos en los que efectivamente requieren de este rito, pues en su mayoría se debe a una ‘contaminación’ que se contrae por consultar la brujería, jugar la tabla ouija, estar en sitios donde se ha invocado el mal o incluso por energías de envidia emanadas por otras personas en su entorno.
“En el caso de tener contaminación lo que la persona necesita es una oración de sanación que la puede realizar cualquier padre. Asimismo, con el arrepentimiento, confesión de sus pecados, se libera de dicha carga”, añade el sacerdote Restrepo.
Este padre recuerda una experiencia en particular, sobre un agricultor que agobiado porque la cosecha que esperaba arrojaba frutos podridos, acudió desesperado en su auxilio. Relata que mediante la oración a Dios, tuvo una visión en la que vio al hombre maldecir al cielo y de inmediato le preguntó.
“Él campesino me dijo que era cierto, meses antes había alzado su rostro al cielo y maldijo a Dios por no proveerle rápido los frutos de la tierra. De esta forma se hizo la liberación con oraciones de sanación junto a la confesión en la que las personas deben sincerarse por completo. Así pudo tener calma y tranquilidad”, dijo.
¿Cómo identifico una posesión demoníaca?
Si una persona empieza a tirar los objetos de su alrededor como reacción violenta ante una situación o a padecer de ira podría pensarse que quizás desde la fe católica está poseído por un demonio.
Pese a ello, es probable que solo se trate de un mal manejo de sus emociones como lo explica el padre Juan Carlos Lemus Torres, párroco de la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe y ceremoniero de la Diócesis de Cúcuta.
“Una posesión del diablo es muy remota, casi lo último que se presenta. Cuando en casa tenemos un adolescente rebelde que golpea a sus hermanos, los muerde, se confunde con que estaría poseído. No es así, es un mal manejo de la ira. Es importante que los sacerdotes tengan el discernimiento cuando diagnostican a estas personas para dar una conclusión real”, indica.
Y precisamente en Cúcuta solamente monseñor Pedro Alejandrino Botello, es quien cuenta con el aval del obispo para expulsar las entidades malignas de los cuerpos, como lo ha hecho en las ‘mil batallas’ libradas durante su vida.
Sin embargo, la pandemia y su avanzada edad (89 años) lo han llevado a mantener estrictos protocolos para evitar enfermarse, por lo que actualmente ofrece sus oraciones de sanación a los creyentes y solo en casos de verdadera urgencia realiza los diagnósticos.
Por su parte, Gabriele Amorth, quien ejerció antes de su muerte como exorcista en la diócesis de Roma, explica en sus libros que se deben tener en cuenta los siguientes síntomas para pensar en el rito: hablar en lenguas desconocidas o comprenderlas cuando son habladas por otros (generalmente arameo, hebreo y latín); conocer cosas lejanas y ocultas; y demostrar una fuerza muscular sobrehumana.
Si la persona afligida tiene una o varias de las anteriores características, desde la religión católica, lo más aconsejable es buscar ayuda espiritual inmediata.
El rito
Las películas de ciencia ficción y terror se han encargado de dramatizar en la pantalla grande, escenas de exorcismos que para la mayoría de sacerdotes, no están lejos de lo que realmente son en la práctica.
En lo que coinciden los curas es que la persona poseída por el demonio puede quemarse (levemente en su piel) ante la imposición de una imagen bendita o rocío de agua bendita, pero esto no se presenta en todos los casos.
El rito de exorcismo se lleva a cabo generalmente dentro de una iglesia con las puertas cerradas al público y en compañía de un grupo selecto de creyentes, para expulsar a los demonios que según detalla el libro Narraciones de un Exorcista: “tienden a atacar al hombre en cinco aspecto: la salud, los afectos, los negocios, el gusto de vivir y el deseo de morir”.
Con una poderosa oración, acompañado de salmos, textos del evangelio y oraciones especiales el sacerdote encargado coloca la punta de la estola (vestimenta sacerdotal) sobre el cuello de la persona poseída y pone su mano derecha sobre la cabeza del mismo.
“Algunos pierden la conciencia, se desmayan o se quedan inmóviles con sus ojos abiertos, en su mayoría blanqueados, otros quizás empiezan a blasfemar en distintas lenguas profanando a Dios y al padre que está haciendo el rito”, describe Amorth.
Con precisión no hay cifra exacta de los ritos a practicar para que el demonio deje el cuerpo de la persona afectada pues en ocasiones con una sola vez basta para que sea sanada y retorne la paz. Sin embargo, este se puede practicar durante máximo una hora por el bienestar del poseído y de quienes lo rodean.