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¿Cuál es el plan educativo de emergencia para los niños del Catatumbo afectados por la guerra?
Secretaría de Educación espera articulación con autoridades del Ministerio para generar estrategias que permita atender a 46.030 niños en riesgo de desescolarización.
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María José Salcedo
Jueves, 23 de Enero de 2025

La incertidumbre por el futuro educativo de los niños, niñas y adolescentes víctimas de desplazamiento forzado por la situación de conflicto en el Catatumbo, es una de las principales preocupaciones de las autoridades locales que atienden la emergencia. 

Ludy Páez, personera de Cúcuta, ha urgido en varias ocasiones a las autoridades nacionales para que vengan a la región y atiendan de manera directa el asunto, toda vez que son miles los niños que están llegando y que necesitan incorporarse a las actividades escolares.

En este sentido, desde la Secretaría de Educación de Norte de Santander se viene trabajando a contrarreloj para buscar una alternativa que favorezca a los 46.030 niños de los municipios afectados por la guerra que se desató la semana pasada y quienes en este momento no han podido iniciar el año escolar, el cual arrancó el lunes.

Xiomara Urón, secretaria (e) de Educación del departamento, indicó que la crisis  ha impactado el inicio de clases en escuelas de 10 municipios, específicamente en la zona rural de La Playa de Belén, Ábrego, Sardinata y El Carmen, así como en la zona rural y urbana de Convención, El Tarra, Hacarí, San Calixto, Teorama y Tibú. 


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“Desde la semana pasada, de la mano con el Ministerio de Educación, la Subdirección de Fortalecimiento y todos los líderes de la entidad territorial, hemos venido trabajando en el diseño de estrategias para poder hacer atenciones a los niños desplazados en Tibú, Ocaña y Cúcuta, pero también para los que se mantienen en el territorio”, dijo Urón. 

Uno de los procedimientos previos que se adelanta es la consolidación del número de maestros que salió desplazado, con el fin de saber cómo se encuentran, qué necesidades tienen, pero también con el objetivo de tener claro con qué recurso humano cuentan para poder definir un plan de acción. 

Con este propósito, el pasado martes se hizo un censo para conocer el número de docentes que está en Cúcuta, el cual arrojó la presencia de 514 profesores. Ahora se espera el consolidado de Ocaña y Tibú.

Pero además de recopilar información del personal docente, también es fundamental hacer el mismo trabajo con los niños, para  precisar a qué municipio y establecimiento educativo pertenecen. 

El objetivo, explicó Urón, es que los niños, independientemente donde se encuentren, puedan recibir clases sin ser desvinculados de su establecimiento educativo original, esto para evitar generar una deserción escolar en el ente territorial y a su vez provocar un incremento falso en Cúcuta, pues “sabemos que es una población que seguramente va a retornar en gran medida a sus municipios una vez superada la emergencia”.

Pensando en esta posibilidad, ya se han adelantado conversaciones con el secretario de Educación de Cúcuta, para el préstamo de los espacios en colegios que funcionen medio turno, sin embargo, no hay nada concreto todavía. 

Por otra parte, la funcionaria explicó que la medida también busca evitar el recorte de recursos y de personal, que se otorga desde el nivel central de manera proporcional a la matrícula registrada. 


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Comprometidos con su misionalidad, docentes desplazados del Catatumbo están dispuestos a volver cuando cese el conflicto.
Dispuestos a volver cuando cesen las balas 

Durante la asamblea convocada por la Secretaría de Educación, los docentes desplazados hablaron del temor que los embarga por la actual situación de conflicto, el mismo que los llevó a salir en estampida de los diferentes municipios, veredas y corregimientos. 

A pesar de eso, aseguran que ese miedo no es más grande que la vocación de servicio por la cual muchos estarían dispuestos a volver, siempre que estén dadas las condiciones. 

Con el compromiso de mantener en reserva su identidad, La Opinión conversó con tres profesores que llegaron a Cúcuta desde el Catatumbo, en medio del desplazamiento forzado.

‘Rubén’ es un docente de la ciudad, con 17 años de ejercicio profesional, que trabaja desde hace cuatro en una institución educativa en la vereda Campo Dos, de Tibú, donde imparte la materia de Ética y Valores. 

Cuenta que ya se había acostumbrado al ritmo de vida allá, donde a pesar del ambiente, a veces hostil, se sentía a gusto, pues “siempre que uno se dedique a lo suyo y no se meta en problemas, todo está bien”. 


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A la pregunta de si estaría dispuesto a volver, respondió afirmativamente y sin titubear. “Yo no voy a claudicar, este es mi medio de sustento, pero además un compromiso irrenunciable. Como docentes tenemos una misión muy importante, que es formar a nuestros niños, niñas y adolescentes”, dijo el docente, fiel a los principios de la cátedra que imparte.

Otra de las historias que conoció La Opinión es la de ‘Marlene’, una profesora de Educación Física que de sus 20 años de docencia, 17 los ha dedicado a la formación de niños y jóvenes en Tibú, donde se estableció desde hace tiempo de manera permanente, por lo que para ella volver no es una opción, sino una necesidad, pues todo lo que tiene se quedó allá.

En el tiempo que lleva viviendo en ese municipio asegura que nunca había experimentado el temor y la zozobra que sintió la semana pasada cuando tomó la decisión de salir. 

“Pensar en trabajar en medio del encierro y la angustia me hizo desplazarme. Allá lo dejé todo a cargo de un vecino, aquí en Cúcuta estoy donde un familiar”, cuenta.

Con 14 años de experiencia, ‘Juan Camilo’ es otro de los docentes en desplazamiento forzoso. Es profesor en una escuela del Kilómetro 15 y, a diferencia de sus colegas, dice haber vivido varias situaciones tensionantes, como hostigamientos y paros campesinos, que lo han sacado del territorio hasta por 52 días, pero ninguna como esta.

Explica que decidió salir de Tibú el mismo jueves, luego de que las alertas se intensificaran a través de los grupos de Whatsapp, tanto de padres y representantes, como de profesores. “Ellos -los papás- siempre nos avisan cuando sucede algo, pero esta vez fue distinto”, dijo. 

Este profesor salió de Tibú junto a 25 docentes más de su institución y así como lo ha hecho antes, espera que la calma retorne para poder volver a sus funciones. “El lugar de trabajo es allá, y lo que debemos hacer es cumplir con nuestra función”, expresó ‘Juan Camilo’. 

En razón de esta vocación de servicio que muestran los docentes, fue que la Secretaría de Educación del departamento dispuso un espacio para que fueran atendidos de manera integral, conscientes de la necesidad de que estén en óptimas condiciones para que puedan cumplir de la mejor manera posible con su misionalidad en medio de la emergencia que ha provocado la guerra. 

“Queremos buscar la mejor estrategia de trabajo para nuestros docentes, para que al mismo tiempo puedan generar un buen ambiente a nuestros niños. Que el salón de clases sea un espacio ameno y diferente a lo que puedan estar viviendo en los albergues”, dijo la secretaria encargada Xiomara Urón. 

La meta es que al término de esta semana se pueda generar una estrategia que les permita a los niños afectados comenzar clases el 27 de enero, para evitar complicaciones en el calendario escolar. 

 

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