El veterano conductor Alberto David Osorio Trillos siempre soñó con ser camionero y Dios le concedió ese deseo para brindar el servicio a las distintas comunidades de la provincia de Ocaña, sur del Cesar y zona del Catatumbo. Nunca había estado en medio de una balacera manejando el vetusto camión Dodge 600, modelo 76, que quiere como a su propia madre, porque le ha dado de comer durante toda su existencia.
El pasado miércoles 15 de marzo a eso de las tres de la tarde fue sorprendido por el fuego cruzado en el atentado perpetrado a un carro de valores donde murió un escolta en la cuesta de Sanín Villa de la carretera que comunica a Ocaña con el sur del departamento del Cesar.
De manera valerosa y sin temblarle el pulso, este hombre grabó con su celular ese dramático momento, mientras se resguardaba en una curva. El chofer, de 63 años, narró esos momentos donde pensó que iba a perder la vida.
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El guerrero
Este profesional del volante recuerda que era un adolescente imberbe cuando le dieron la oportunidad de montarse en esa máquina gigante para materializar su sueño. Residente en la calle Escobar de Ocaña, contigua a la plaza de mercado a donde llegaban los campesinos a descargar los productos agrícolas, tuvo la osadía de agarrar por primera vez el timón y no lo ha soltado por fuerte que sean los vientos en las carreteras colombianas.
Se confiesa católico, apostólico y romano, el reloj biológico ordena bajarse de la cama a las cuatro de la madrugada para cumplir con las faenas diarias, se persigna, encomienda su vida a la Virgen María, bajo la advocación de la Torcoroma, patrona de los ocañeros y prende motores hacia los diferentes destinos del territorio nacional.
Lleva 47 años manejando camión y señala que desde el mismo instante cuando sale de la casa, la vida corre peligro y es por ello que cuelga en la cabina un escapulario y un crucifijo que lo estimula para manejar con mucha prudencia.
El dramático momento
El 15 de marzo quedará grabado en las paredes de su memoria como el momento más apremiante de su existencia, pues quedó en medio del fuego cruzado de unos sujetos que pretendían hurtar un carro de valores en la vuelta de Los Repollos de la cuesta de Sanín Villa.
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Él considera que volvió a nacer, echó mano de la experiencia y con celular en mano quiso plasmar lo que serían los instantes de un atentado terrorista, mientras encontraba un sitio seguro dónde refugiarse.
En milésimas de segundos captó la humareda por los artefactos explosivos lanzados al automotor y se desencadenó una confrontación dónde no había tiempo para pensar. Sin acelerar, pero tampoco pisar el freno siguió grabando como un mecanismo de defensa o quizás protagonizar el final de su destino.
Observó al escolta agonizando, quien levantó la mano para pedir auxilio y él no paró la marcha ya que los disparos retumbaban en la montaña. “No había tiempo que perder, pisé el freno cuando me sentí seguro y estaba unos uniformados respondiendo a los agresores”.
Luego “indiqué que uno de los hombres estaba herido, pero los patrulleros me recomendaron prudencia debido a la existencia de explosivos en los alrededores. Todos sentimos miedo y lamento la muerte de un humilde trabajador que se gana el pan de cada día afrontando riesgos”, señaló el valeroso conductor.
De la noche a la mañana se convirtió en un famoso ‘guerrero de la carretera’, pero se siente triste por la pérdida de una vida ante la violencia. Censura los coletazos de la violencia en la provincia de Ocaña y sur del Cesar.
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