Jorge Pradilla no salía de su asombro al ver a los visitantes que acababan de arribar a la centenaria casona que se encuentra a un costado del puente hamaca que atraviesa el río Peralonso, en el municipio de Santiago.

La curiosidad de no saber que los traía de repente hasta su feudo se manifestó en su rostro y se reflejó aún más en sus enormes ojos vivarachos, casi ocultos bajo el ala del sombrero aguadeño que tenía puesto.

¿Qué los trae por aquí? Expresó Pradilla, ataviado con un poncho de lino. La respuesta fue inmediata: su casa y su vecino, el puente Las Lajas.

Por momentos titubeó y sintió desconfianza. Claro, hacía años que hasta su casa no llegaban desconocidos; todos los que a diario pasan por allí, o son familiares o vecinos de las veredas cercanas.

A la vista, la casona de unos 15 metros de frente por 30 de fondo, paredes de tapia pisada y teja de barro, se muestra imponente y encaja en el hermoso paisaje que complementan enormes cujíes y guayacanes, y el puente hamaca que cruza el río Peralonso.

“Que yo recuerde, en la casona hemos vivido más de cuatro generaciones, y le confieso que nunca antes la hemos visto tan amenazada como ahora”.

Pradilla se refiere al socavamiento del terreno en el que se levanta la casona, el cual se produce en dos de sus costados por las embestidas de las aguas del río y de dos quebradas: la Azulita y La Estancia, que surcan el lugar.

En la vereda El Pijón en donde se encuentra la casona de Las Lajas, rodeada por sus vecinas La Amarilla, El Páramo, Los Naranjos, Alto Frío, Cacaguala y Cuperena, entre otras, se levantaron otros 30 predios similares a finales del siglo XIX, de las cuales solo quedan unas tres, cuenta Pradilla.

Sin embargo, la casona de la familia Pradilla sobresale por su contenido histórico y cultural, porque fue testigo mudo de la batalla de Peralonso que libraron sobre el puente Las Lajas las tropas liberales del general Uribe Uribe y las conservadoras oficialistas al mando de los generales Ramón González Valencia y Vicente Villamizar, estas últimas, derrotadas a la postre.

Una solución para contener la amenaza que se cierne sobre estos patrimonios culturales del departamento, los cuales sirvieron de camino real y paso obligado a las familias de la época para llevar las cargas de maíz, panela y café hasta los municipios de Gramalote, Santiago y Cúcuta, es la construcción de dos muros de contención.

El auxilio se pidió, según los residentes en el lugar, a la alcaldía de Santiago, a la Gobernación de Norte de Santander y a la Corporación Autónoma Regional de la Frontera Nororiental (Corponor), pero según Pradilla, de ninguna de las partes ha llegado una respuesta positiva.

Óscar Castillo, un residente de la zona, declarado defensor del patrimonio, lanzó la alerta por el abandono en que se encuentran estas joyas históricas declaradas en 2003 patrimonios culturales del departamento.

“Tanto el puente como la casona colonial están en grave peligro debido a la erosión causada por el río Peralonso y las quebradas que surcan el lugar”, asegura Castillo.

La necesidad de preservar la casona y el puente también debe ir de la mano con el emprendimiento de un proyecto turístico que le imprima mayor valor al sector, como quiera que el lugar es frecuentado por familias que van de paseo y allí confluye el aterrizaje de una escuela de parapente.

Pradilla lamenta que Las Lajas se haya mantenido en el abandono durante la última década, lo que demuestra el poco interés que tienen los gobiernos de turno por el patrimonio histórico y cultural.

Tan inexplicable resultó el triunfo de los liberales sobre los conservadores en aquella batalla de finales del siglo XIX, como sorprendente para los moradores de la vereda El Pijón la indiferencia oficial con estos tesoros coloniales.

“Hemos sobrevivido a muchas guerras, la de los trapos rojos y azules, la de las guerrillas y la que vino después con los paramilitares, pero sentimos que la historia claudicará de la mano del mismo gobierno, que no se ha inmutado por lo que pasa con este patrimonio”, dijo Pradilla.

Corponor manifestó que de lo que sucede en Las Lajas apenas se está enterando por La Opinión. “Los vecinos no han solicitado ningún estudio ni la presencia de los técnicos; sin embargo, la corporación está abierta a cualquier llamado para ir a evaluar las fallas que comenta la comunidad”.

La alcaldía de Santiago no cuenta con presupuesto para emprender la solución que demanda la protección y conservación de la casona colonial y el puente Las Lajas. Sin embargo, los vecinos del lugar aseguran que sí hay y que lo que ha faltado es voluntad y sentido de pertenencia, “algo que parece perdido a lo largo de la historia”, sentencia Pradilla.

Línea del tiempo

En la Batalla de Peralonso el gobierno sufrió las siguientes pérdidas: 700 muertos, 900 prisioneros y 2.000 dispersos. La revolución sufrió 1.500 bajas por muerte y muchos dispersos (según Solano Benítez). El acto realizado por los liberales, se basó en creer que un acto de audacia bien ejecutado podía desconcertar al enemigo y ponerlo en fuga, lo cual resultó como había sido planeado.

Después de ese choque, a lo largo de la historia el puente Las Lajas ha tenido varias reconstrucciones, entre otras, la que se produjo en  abril de 1946, por el gobernador de la época, Alfredo Lamus.

Otra en 1968, a cargo del comité departamental de cafeteros, y una tercera en 1990, durante la administración municipal de Santiago, estando en el cargo el alcalde Álvaro Ureña.

Un aviso que se mantiene grabado en una de las paredes de la puerta de entrada al puente dice que “la victoria que obtuvieron los liberales al mando del general Uribe Uribe fue inexplicable, hasta ahora”, tal como lo es que ninguna autoridad en el departamento se haya preocupado por la conservación  del puente y de la casona que llevan el mismo nombre.