A las 6:30 p.m., Yuliana Paola Santos entra en el salón de clases del colegio 11 de Noviembre, en Los Patios. A su lado se sienta su mamá, Andrea Montaño. Ambas apuntan lo que dice la maestra, Luz Leidy Sepúlveda. Sin embargo, los ojos inquietos de la madre no se separan del cuaderno de su hija. Siempre está pendiente, atenta a todo lo que anota.
Montaño se atrevió a pedir permiso en el colegio para acompañar en las clases a su hija, que nació con una pérdida bilateral auditiva y un leve retardo cognitivo. Su idea: ayudarla en el proceso de enseñanza. Así, ella se convirtió en otra alumna más.
“Cuando empezamos clases yo dije que era una prima, para que sus compañeros no se burlaran de ella porque la mamá la acompañaba al colegio. Luego de varias semanas se enteraron, y ahora me quedé como oyente, los apoyo con exposiciones, talleres, tareas, y no solo a Yuliana sino al resto de los compañeros”, contó.
La rara situación fue vista como necesaria por los compañeros de clases, y por la misma docente, que se apoya en Montaño para reforzar los contenidos dados a la adolescente.
“Ahora todos mis compañeros la quieren; mi mamá no solo me ayuda a mí, también al resto del salón”, dijo la propia Yuliana Paola.
Las cuatro horas de clases transcurren rápido. Pero Yuliana entiende mejor cada proceso enseñado, porque su mamá está cerca, aunque cuenta con dos aliadas más, sus mejores amigas: Érika Sánchez y Daniela Peñaranda. A las 10:30 p.m. terminan las clases.
Hoy Yuliana Paola forma parte de los 10.255 estudiantes del modelo educativo flexible Proyecto Ser Humano, dirigido a personas pobres mayores de 16 años que no han culminado su bachillerato. Con ella estudian adultos mayores y madres solteras de los 38 municipios no certificados de Norte de Santander.
Montaño es la única mamá que acude de oyente a este programa educativo. El permiso especial le ha permitido a su hija incluso participar en bailes y otras actividades.
Integrarse y las exposiciones, fue lo más difícil de superar para Yuliana, quien llegó con su madre como retornada de Venezuela hace un año. En el vecino país estudiaba noveno grado, y antes de conocer este proyecto educativo alternativo, visitó más de cuatro instituciones educativas, en las cuales por su sordera les fue imposible ingresar. Le decían que el sistema la rechazaba por la edad.
“Pasar de un colegio normal a este sistema ha sido lo mejor que me ha pasado, tanto a mí mamá como a mí”, dijo. Ella fue víctima de matoneo por algunos de sus compañeros de clases en el pasado.
El proceso educativo que emprenden las personas con discapacidad debe ser llevado con mucha paciencia y dedicación, sobre todo cuando se trata de integrarlos en un salón de clases con un curso normal, explica la maestra. “Muchas veces se les ponen limitantes, y no es recomendable”, señaló.
“Cuando estaba buscando el cupo para algún colegio, enseguida la limitaban. Me decían que la pusiera hacer manualidades, sin saber sus capacidades y sin evaluarla. No se trataba solo de sacar el bachillerato, sino de los sueños que ella tiene para su futuro. En este proyecto nos dieron la oportunidad, no solo a ella sino a mí misma”, dijo la madre.
La adolescente sueña con ser médico veterinaria y graduarse de bachiller es su meta a corto plazo. También quisiera ser bombero voluntario, porque dice que “salvar vidas es la labor más noble que existe sobre la tierra”.
Modelo educativo
La coordinadora del proyecto, Karen Rangel Vera, explicó que en enero suscribieron el convenio con la Gobernación de Norte de Santander, a través de la secretaría de Educación, y se estableció la atención a estos estudiantes que no tienen los recursos, ni la edad para ingresar al sistema educativo normal.
“El modelo busca disminuir los índices de analfabetismo en el departamento”, dice.
Los alumnos cursan los Ciclos Electivos Especiales Integrados (Clei), que vendrían a ser los grados desde el ciclo 2 hasta el 6, y al finalizarlo reciben el título de bachiller de mano de las instituciones educativas oficiales en el departamento.
Los estudiantes que ingresan al proyecto Ser Humano reciben cinco módulos o ejes temáticos en sus contenidos programáticos en las áreas del conocimiento. En Norte de Santander se han beneficiado más de 73.000 personas a través de este modelo.
“Nuestros alumnos reciben un kit de estudiante que trae los libros con cada uno de los módulos, cuadernos y útiles escolares que necesitan”, explica Rangel.
La atención de la población vulnerable es la prioridad del programa en la región. En la zona del Catatumbo asegura que la demanda de participantes ha crecido. Actualmente están atendiendo a unos 1.500 estudiantes.
Las cinco áreas
Las personas que deseen culminar el bachillerato, y no puedan hacerlo a través del modelo educativo convencional, pueden ingresar a este programa, para el que solo necesitan: no estar inscrito en ninguna sede educativa, ser mayor de 14 años, documento de identidad y certificado de estudios anteriores.
Las clases se dictan en las distintas sedes dispuestas por el operador, de 6:30 a 10:30 p.m.
Los módulos están compuestos por cinco áreas: modelo de desarrollo económico, matemáticas, lenguaje, ciencias naturales y ciencias sociales.
Este modelo está siendo implementado en Norte de Santander y Montería. Han sido beneficiadas más de 166.000 personas, siendo esta región la que mayor cantidad de personas ha vinculado a este proceso de enseñanza.