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Nos salvamos de milagro: Damnificados de Chitagá
La quebrada El Arpero inundó varias casas la noche del 26 de junio y arropó de lodo la carretera.
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Roberto Ospino
Viernes, 10 de Julio de 2015

Para la familia Villamizar, la noche del viernes 26 de junio era como las de los últimos 28 días: pasada por lluvia.

Cuando se disponían a descansar sintieron que la quebrada El Arpero, que pasa por la parte baja de la vivienda y el taller automotriz, empezó a emitir un ruido raro que nunca habían escuchado.

Con el pasar de los minutos se hizo más intenso y optaron por salir corriendo hacia la parte alta del cerro que queda cruzando la carretera. Lo hicieron también vecinos de la parte baja de la vereda Alto Viento. Iban adultos, ancianos, jóvenes y niños, quienes previendo un final trágico, decidieron ampararse de alguna manera.

Contaron con suerte porque a los pocos segundos de pasar la vía, la crecida de la quebrada copó las viviendas. El manto oscuro cargado con piedras, agua y lodo también arropó la capa de la carretera.

Ya seguros y viendo desde lejos, pensaron que todo lo habían perdido por la acción de la naturaleza.

Como buenos creyentes y aferrados a la fe divina, dieron gracias a Dios, porque solo perdieron cosas materiales y no hubo víctimas humanas. Félix María Villamizar, quien con sus hermanos y un grupo de obreros realizaban la remoción de escombros y retiro del lodo en los predios, narró que fueron momentos angustiosos los que vivieron esa noche oscura y con una intensa lluvia.

“Cuando empezó a totear la quebrada nos salimos. Solo pensamos en correr. No logramos sacar nada y todo quedó sepultado”, dijo. Señaló que pasadas las 8:00 de la noche lograron cruzar al potrero del frente y  buscar refugio en una de las casas de la parte superior de la vereda.

Comentó que desde ese día hasta la fecha han logrado poco a poco con la ayuda de la Alcaldía ir retirando los materiales dejados por la avalancha.

Estragos

En las dos casas ingresó el agua cargada con lodo, piedras y material vegetal. Las camas, silla, escaparates, estufas, enseres, herramientas, repuestos y objetos personales quedaron enterrados en una gruesa capa de barro. Al igual que 23 carros que tenían en reparación y otros estacionados en el parqueadero.

Los Villamizar, todavía no han podido regresar a las viviendas porque quedaron seriamente afectadas. También porque les da miedo que la quebrada vuelva a abundar y arrase con lo poco que les quedó.

En ese sector y a lo largo de más de 300 metros la carretera quedó tapada. No se podría transitar. Desde los últimos 12 días con maquinaria, equipos y obreros facilitados por la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo y la Administración Municipal se ha despejado.

A los lados quedan montañas de piedras y grandes rocas que fueron arrastradas por la fuerza de la quebrada El Arpero.

La coordinadora departamental de Gestión del Riesgo, Norela Arenas, quien en varias oportunidades ha estado en Chitagá visitando a los familias afectadas y damnificas, indicó que desde que comenzó la emergencia se les ha ofrecido ayudas humanitarias.

 

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