Una sobrina, que es muy católica, al igual que millones de colombianos, ha expresado un deseo unánime: que se abran las iglesias, cerradas desde marzo a causa del virus chino que paralizó el mundo y produjo ola de miedo que se prolongó por varios meses y ocasionó parálisis general que afectó a todas las naciones de este mundo convulsionado y asustado por la posibilidad de que caigamos en manos de un presidente gringo incapaz como el que nos gobierna.
Debido al miedo a la pandemia se cerraron los templos de todas las creencias y las bellas estructuras quedaron vacías por el temor de contaminarse con extraña enfermedad que ha producido miles de muertes. El miedo fue general y nadie volvió a los templos, iglesias de garaje, basílicas y sitios de oración. Se desocupó hasta la Basílica de San Pedro, que contó con la presencia del Papa, de unos obispos, pocos cardenales y ningún devoto quienes brillaron por su ausencia.
A las iglesias les pasó lo mismo que a los centros comerciales: los afectó el miedo y los clientes no volvieron. Era más grande el susto que la devoción o la curiosidad. En consecuencia, el camino era obvio: cerrar las puertas para evitar el contagio del virus chino.
Cerraron las iglesias de todos lo credos y a los creyentes les tocó hacer algo inédito orar por internet y encomendarse a la Virgen de Chiquinquirá, como hace el iluso mandatario que nos dejó como herencia Alvaro Uribe, primer presidente en recibir un auto de detención del cual no lo salvó ningún santo.
Les ha tocado a los creyentes buscar fórmulas inéditas para expresar sus creencias. Se ha visto a sacerdotes que reparten hostias por encima de muros y otros que confiesan con miles de dificultades. No ha sido fácil mantener la fe en medio de miles de problemas. Y encima de todas las iglesias cerradas y no se ha dicho hasta cuando se prolongara la cuarentena, una medida inédita que los colombianos no habíamos sufrido ni siquiera el 9 de abril.
Es la primera vez y ojalá la última que afrontemos algo tan horrible como la cuarentena. Eso lo habíamos visto en otras naciones y aquí lo habíamos sufrido cuando la gripa española en 1918. Pero ha sido horrible y la Virgen nos salve de repetir la experiencia. Otra cuarentena y nos toca ponernos a pedir limosna. GPT