Por estos días los actuales gobernadores y alcaldes apenas llegan a los primeros cuatro meses de gobierno. Se puede decir que hasta ahora están comenzando su tarea de cuatro años. En enero y febrero los gobernantes se encontraban en esa fase inicial de conocer en detalle los problemas que aquejan a su comunidad, y en lo que respecta a Cúcuta, la tarea del alcalde es aún más compleja, porque además de encontrarse con una ciudad con un 70% de informalidad, un explosivo desempleo del 17%, una ciudad insegura y desordenada, y además de ello se encuentra que hay cerca de 140.000 venezolanos con los que hay que hacer algo, ubicarlos, censarlos, garantizarles salud, darles algún trabajo, esas circunstancias hacen que gobernar hoy a Cúcuta es un verdadero reto; algunos llegan a asegurar que es como de locos y de pronto tienen hasta razón.
Y como si eso ya no fuera suficiente, al mundo en marzo le llegó la pandemia. La vida cambió, los problemas se agravaron, el desempleo se disparó, los venezolanos tratan de regresar a su país, muchos duermen en la Parada y cada vez más familias no tienen para comer. Peor imposible.
O mejor precisemos, aquí en Cúcuta todo si es posible. Como si ya no fuera suficiente con el coronavirus, con el confinamiento, con los problemas ambientales, con las muchas casas en las que aparecen trapos rojos anunciando el hambre, con maridos y mujeres que en muchos casos ya no se soportan, ahora los ataques por redes sociales contra la alcaldía son hasta más agresivas que el propio coronavirus. La alcaldía está asediada por las redes sociales. Sin duda que se han cometido algunos errores, pero ni para imaginar una ciudad con todos estos problemas y ahora apuntándole al alcalde. Ya hay quienes hasta le piden la renuncia al alcalde por las redes sociales.
Miremos el tema. De entrada aclaro que no tengo ningún interés en volverme defensor de oficio del alcalde. No tengo ningún familiar empleado en la alcaldía. Apenas miro y opino sobre los temas de ciudad, pero no deja de ser sorprendente que hace sólo 5 o 6 meses veíamos con sorpresa la victoria del ingeniero Jairo Yáñez para la alcaldía. Quizás hacia junio del año pasado una sola persona en la ciudad creía que el triunfo de un independiente era posible: el ex alcalde Jorge Maldonado. Jairo le creyó, asumió el reto, cogió un megáfono, se fue a todos los barrios de Cúcuta y ganó a finales de octubre. Fue uno de “Los palos electorales” de Colombia al lado de Cartagena. Vinieron las entrevistas y el entusiasmo de una ciudad que quería un cambio. Hoy 4 meses después de su alcaldía, reitero, si bien se han cometido algunos errores en una ciudad difícil de gobernar, errores hasta cierto punto son comprensibles, no me cabe duda que Jairo Yáñez es una persona decente y honesta que hay que rodearla y apoyarla. Su triunfo electoral transparente y abierto no lo podemos botar al cesto de la basura en tan solo cuatro meses.
Mirando las cosas desde lejos, aquí confinado en Bogotá, sin ningún documento a la mano, tengo la impresión que se ha incurrido en un exceso de confianza en delegar excesivamente la contratación. Este es uno de los temas más delicados para un gobernador o alcalde sobre los cuales un mandatario debe poner la lupa y nunca se puede perder el control. La contratación estatal es un tema altamente sensible en un país como Colombia, porque hay gente experta en ponerle “cascabel al gato “ y aprovecharse. Hasta el momento nadie puede demostrar que en la compra de elementos hubo apropiación de dineros. La contratación es un procedimiento complejo, riguroso, que frecuentemente cae en sutilezas, y en otros casos en graves indelicadezas y ahí sin duda hubo un exceso de confianza del alcalde. Confió y llegó el escándalo. La personería suspende a la secretaria de Insalud y las redes sociales no paran de enviar mensajes, algunos motivados por la decepción, y otros por veneno. Hace algunos años le escuché una frase a una prestante dama de esta ciudad, doña Margarita González de Cabrera, una expresión que viene al caso: “ El que inocentemente peca, inocentemente se condena”.
Y los videos siguen, en este mundo en el que ya no sabemos que es verdad ni que es mentira, pero la información sigue circulando. En uno de esos videos se asegura que el alcalde se reunió con la procuradora en la casa de esta última. Si bien un alcalde y un procurador pueden reunirse las veces que quieran, seguramente por las circunstancias del momento, con secretaria de despacho suspendida, no era oportuno. En los temas de poder siempre surgen algunos interrogantes: quien asesora al alcalde? a quien le confía los temas más delicados de una ciudad tan difícil como Cúcuta? quien le recomendó ir a la casa de la procuradora?
Al alcalde hay que rodearlo y ayudarlo. Apenas lleva 4 meses de gestión y hoy en día ninguna ciudad en el mundo sabe el impacto de esta pandemia, hasta cuando irá, que efectos económicos reales tendrá. Lo cierto es que Jairo Yáñez derrotó un círculo de poder que por más de 25 años se apoderó de los temas de ciudad en donde hasta las sesiones por skype desde una cárcel para dar orientaciones eran frecuentes, y esa realidad política no la podemos olvidar tan fácil. No se si sea oportuno algún cambio en el gabinete. Son los efectos de la crisis, pero por el momento hay que levantar el asedio por redes sociales a la alcaldía de Cúcuta y no crucificar al alcalde. Por ahora con el coronavirus tenemos para rato.