“John Steinbeck dijo, ‘supongo que nunca hay suficientes libros’” es la frase de apertura elegida por Florence Pan, jueza de la Corte Distrital de Columbia, para la recién publicada sentencia del caso United States vs Bertelsmann. Este es, posiblemente, el fallo más importante en materia cultural de los últimos años, ya que echó por tierra la fusión entre Penguin Random House (PRH) y Simon & Schuster (S&S), dos de los cinco gigantes de papel de Norteamérica. Para la Jueza Pan el caso no iba sobre la fusión inocente entre dos empresas que imprimen libros, sino sobre las editoriales como maquinarias de enorme poder capaces de influir directamente en la vida intelectual de una nación al decidir qué ideas salen al mercado y, en últimas, qué contenidos son leídos por la gente.
El fallo en sus primeras páginas es una exquisita disección anatómica sobre el funcionamiento de la industria editorial que, posteriormente, centra el dilema jurídico en la figura de los anticipos pagados a los escritores por obras en construcción y cómo éstos podrían verse disminuidos, incluso un 11,5%, con la desaparición de S&S. La Jueza Pan acoge la teoría de la administración Biden sobre la potencial creación de un monopsonio con esta operación, donde la posición de mercado adquirida por PRH le convertiría prácticamente en el único comprador atractivo para los autores de los best-sellers cuyos anticipos superan los 250.000 dólares y cuyos contratos contienen una carga de beneficios y peticiones tan densa que ningún otro competidor sería capaz de satisfacerlas.
Este incentivo perverso, que en teoría incentivaría a PRH a disminuir el valor de los anticipos a los escritores, fue la piedra angular sobre la que la Jueza Pan construyó esta decisión histórica. Para ello también se valió del hipotético 49% del mercado que abarcaría PRH, y que infringiría de sobra el umbral del 30% establecido por la Corte Suprema como presunción para infracciones en materia de competencia; así como del hecho de que, históricamente, PRH y S&S fueran con frecuencia los finalistas en las pujas organizadas por los agentes de autores de renombre que pretendían maximizar el importe de los anticipos ofrecidos. Más que meros rivales, PRH y S&S eran editoriales directamente enfrentadas, al menos, en el 60% de las ocasiones. Un delicado equilibrio que se rompería con la transacción propuesta.
La puntilla del caso fue la aplicación por parte de la Jueza Pan del test desarrollado por la Corte Suprema en el caso United States vs Baker Hughes. En este, el gobierno debía demostrar, como efectivamente hizo, que la absorción de S&S podría acarrear efectos anticompetitivos derivados de la concentración indebida del mercado de best-sellers; luego de lo cual PRH tendría oportunidad de rebatir, como no fue capaz de hacerlo, que las condiciones reales del mercado, y no los meros cálculos especulativos, desvirtuarían cualquier efecto nocivo de la transacción. Un listón que PRH no consiguió igualar y que nos dejó a United States vs Bertelsmann como la autopsia de una fusión que, para alivio de los escritores de Estados Unidos y del resto del planeta, no fue.