Amables Lectores: Como nos informa la BBC News Mundo: “Las relaciones de IRÁN-ISRAEL y ARABIA SAUDITA siempre han sido muy complicadas”. Sin temor a equivocarnos se podría afirmar que casi no existen. Estas tres naciones de Medio Oriente, llevan décadas viéndose con desconfianza y es así como IRÁN y ARABIA SAUDITA no manejan relaciones diplomáticas con ISRAEL. ARABIA SAUDITA e ISRAEL manifiestan públicamente sentirse amenazados por la posibilidad de que IRÁN obtenga un arma nuclear y no aceptan su influencia en la región.
Pero aparece una gran potencia, CHINA. Y a pesar de las diferencias enumeradaslogra armar una relación cada vez más fuerte con estos tres países. La estrategia ha sido un acercamiento comercial buscando un “Gane-Gane” presupuestal, garantizado con visitas realizadas por sus mandatarios en los últimos años. En el mes de Junio, el mandatario Iraní, Hasan Rahani, visitó a China.
Históricamente se observa que desde 1979, posterior a la crisis con los rehenes de la embajada de Estados Unidos, la República Islámica quedó aislada del escenario internacional pero posteriormente en la guerra Irak-Irán, 1980 – 1988, Pekín se convirtió en un importante proveedor de armas para los ejércitos iraníes.
En la pasada década cuando los Estados Unidos y la Unión Europea incrementaron las sanciones para detener el programa nuclear de Irán, China siempre mantuvo relaciones económicas y este intercambio con la gran potencia, permitió a Teherán aprovisionarse de bienes que otros países se negaban a venderle.
El beneficio era mutuo. Irán rompía su aislamiento y China lograba conseguir una abundante fuente de energía y un mercado para sus productos que obraba como monopolio, pues nadie más le vendía a ese país. Grandes empresas China permanecen activas en Irán y muchas están llenando el vacío dejado por el retiro de compañías europeas y americanas.
El mundo maneja una falsa apreciación al pensar que Estados Unidos es la gran potencia asociada a Israel, pero el estado Hebreo y China tienen una relación económica que crece rápidamente. En el 2017, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, firmó acuerdos con China por 25.000 millones de dólares y afirmó: “China representa un tercio de la inversión en alta tecnología de Israel”.
La potencia asiática es la mayor fuente de turistas extranjeros en Israel, se calcula en 100.000 visitantes al año. Ambos países juegan para mejorar sus economías. China es atraída por el sector tecnológico de Israel y este país acoge con beneplácito las inversiones chinas para investigación.
Pero estas relaciones son solo de “Presupuestos” porque Pekín sigue votando en organismos internacionales contra Israel. En 2017, el Rey de Arabia Saudita, Saliman Bin Abdulazis, viajó a China. Se reunieron el mayor exportador de petróleo del mundo con el primer importador del mismo. Se firmaron acuerdos por 65.000 millones de dólares y se planteó la posibilidad de que China compre una importante participación en la refinería Aranco de propiedad de Arabia Saudita. China es el principal socio comercial de Arabia Saudita y el segundo destino de sus exportaciones petroleras.
Resumiendo, Irán, Israel y Arabia Saudita no se llevan bien entre ellos pero están contentos de sus relaciones económicas con la gran potencia. Los contactos con China son estables y no media ni religión o cualquier tendencia política. China no impone como si lo hace Estados Unidos ideología alguna y solo ofrece relaciones económicas.
La gran incógnita es: ¿Hasta cuándo Pekín logrará aislarse de consecuencias políticas y mantener solo estrategia económica? Debemos preguntarnos: ¿Qué harán en un futuro los Estados Unidos y la Unión Europea para minimizar esta influencia China?