La brusquedad de los acontecimientos de esta semana nos lleva a varias reflexiones. El país completamente desbocado a la desaceleración de su economía y avances sociales. En las noticias, los hechos no son nada alentadores; los diferentes aeropuertos del país manifestaron por primera vez en su historia llegar a niveles bajos de combustible especializado para aviación colocando en riesgo la operatividad aérea.
Además, el caos total premeditado en la búsqueda de alargar el poder, después el debate de la continuidad de quien desarrollará los pasaportes de los colombianos, la posibilidad de una multimillonaria demanda por quien ya realiza esta importante tarea y la improvisación acomodada a interés de algunos para dejar a miles de compatriotas sin el documento que nos permite viajar a los demás países del mundo, no sin completar el fin de semana con el escándalo del discurso en la posesión de la nueva primera mujer defensora del pueblo en la historia de Colombia, donde nuevamente, desde el honorable solio de Bolívar, se arremetió contra nuestras mujeres periodistas de manera denigrante y grotesca.
A esto se suman los diálogos con los distintos grupos armados en punto delicado, las denominadas disidencias atomizadas, y el ELN, que en varios comunicados ha mostrado rechazo y descontento a la manera en cómo se están llevando a cabo las decisiones de la búsqueda de la paz; la tregua o cese al fuego se rompió y nuestro departamento ya comenzó a vivir la crueldad de la guerra.
No acabamos de salir del asombro de las imágenes violentas nuevamente, cuando inicia por discursos contrarios a la verdadera forma de sentir de la Nación un incremento a los combustibles de uso diario, que, por supuesto afecta en primer lugar a los transportadores, pero que de paso llega a los colombianos de cualquier clase, ya que alimentos y transporte los necesitamos todos sin lucha de abolengo, ni discursos de odio.
Al momento de escribir estas líneas el país está paralizado, ya con desabastecimiento en muchos lugares y la respuesta sigue siendo la desconexión total con la realidad. El pueblo colombiano entiende que en dos años hemos retrocedido más rápido que otros sistemas totalitarios que les costó diez años llegar a este punto, lo que quiere decir que puede ser irremediable que se acelere el proceso y las cosas terminen muy mal, pues aún México, Brasil y Colombia no toman posición como los más de 36 países del mundo que no aceptan lo que esta ocurriendo en otros lados del hemisferio en contravía de la carta democrática.
¿A qué horas nos pasó esto?, ¿en qué momento se oscureció?; pues precisamente la educación, nuestros profesores, colegios, universidades son la única salida ante semejantes afrontas y retos.
Esta semana que termina nos pudimos reunir con el cuerpo docente más de 110 profesores de la institución educativa Francisco José de Caldas de la hermosa Ciudadela de la Libertad. Al siguiente día, con la red de docentes y padres de familia dirigidos por Miriam Tamara y varias instituciones que buscan la paz. Por último, nos dimos cita en el Colegio Eustorgio Colmenares, del barrio El Salado, con 120 docentes.
En estos emotivos encuentros concluimos que, a pesar de las circunstancias tan difíciles, la investigación, la educación y la formación en valores de nuestros niños, niñas y adolescentes es la única solución que nos queda. De lo contrario no habrá salida. Adenda: Gracias también a la 20ª Fiesta del Libro de Cúcuta, seguimos resistiendo al sistema que nos quieren implantar.
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