En días pasados estuve hablando un buen tiempo con el alcalde Jairo Yáñez sobre todo lo que está sucediendo, los análisis que pueden hacerse, las políticas que podrían implementarse y cómo en medio de esta pandemia llegar a reactivar la economía.
En esta semana que termina creo que fueron dos las noticias más indicativas de lo que sucede no sólo en Colombia sino en el mundo: lo más desolador creo, lo que sigue sucediendo en Europa, que después de ver el mundo esas imágenes terribles del mes de abril de las familias de lejos viendo cómo enterraban a sus seres más cercanos, dos meses después se creó una sensación generalizada de haber superado la tragedia; pues no, hoy la noticia es que el nuevo coronavirus aunque no con el impacto de antes, vuelve a acorralar al viejo continente.
Bares cerrados, nuevamente fronteras cerradas, prohibición de fumar en espacios públicos, e incluso ya vuelve a anunciarse el riesgo del fútbol a pesar de jugarse con estadios vacíos.
Una imagen relacionada que me llamó la atención, la decisión del gobierno de Francia de enviar más policías a las calles de París y Marsella para que la gente use tapabocas. Mejor dicho, si allá aún no entienden, ni imaginar por aquí.
La otra noticia impactante, las cifras del desplome de todas las economías en el mundo. La contracción en España fue el – 22%, Francia -19%, igual cifra para Méjico, Colombia -15,7%, Chile – 13,7% y Estados Unidos – 9,5%. Mejor lo dijo quien fue el primer presidente del Banco Europeo para la Reconstrucción, el economista francés Jacques Attali: “Me preocupa más el hecho de que la humanidad aún no ha comprendido la profundidad de la crisis que se avecina, que será muy profunda en términos de recesión, de desempleo y de miseria…debemos implementar una economía de guerra”. La esperanza está en la economía de la vida.
Tenía ocasión de expresarle al alcalde, mirando las medidas que deben tomarse rápidamente en la ciudad para su reactivación, que la gravedad de la crisis está llevando a hablarse en Colombia de una generación perdida, los jóvenes entre 18 a 25 años que se quedarán sin empleo ni posibilidad de estudios.
Un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo ( BID), señala que en la región hay cerca de 20 millones de jóvenes que entran en esa categoría. El panorama es desolador, pero no tenemos otra alternativa diferente sino, si cabe la expresión, ponerle algo de optimismo y tratar de hacer la tarea lo mejor posible.
Una reactivación económica para una ciudad supone de manera urgente aliviar las cargas tributarias para los sectores que tradicionalmente han sido los más importantes en la economía.
De entrada conocemos que en Cúcuta ha existido desde hace muchos años una economía manufacturera y de calzados organizados familiarmente, y ahí deben existir alivios en impuestos de renta e industria y comercio. En Bogotá que ya se habla de una “Plan Marshall” para reactivar la economía, diseña estrategias de protocolos y alivios para restaurantes que en el caso nuestro es muy importante. Se habla de “restaurantes a cielo abierto”, y existen un plan en donde hacia los primeros días de septiembre pueden haber cerca de 1.000 restaurantes abiertos en la capital. Creería señor alcalde que es urgente, muy urgente, mirar qué medidas se van a tomar frente al tema de la frontera, que si bien son a nivel nacional, hay que hacerle entender a Duque la gravedad desde todo punto de vista que nos está generando las trochas en informalidad, contrabando, coronavirus y criminalidad. Hasta tanto no se desactive esa “bomba de las trochas”, aquí no tendremos éxito en diseñar una política pública exitosa para reactivar la ciudad. La frontera es nuestro principal reto. El ex ministro Carlos Caballero Argaez tiene razón en su pronóstico reciente, cuando eso que llamábamos normalidad, siendo optimista lo podríamos vivir nuevamente hacia el 2.022. Por estos días aterrizaré a Cúcuta en el carro para seguir hablando del tema.
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