Los colombianos se aprestan a elegir nuevo presidente de la República dentro de una gama de opciones de muy variada ideología. Los hay de derecha extrema, derecha moderada, centro derecha e izquierda (patea con ambas), de centro y de izquierda extrema. Como marcan las preferencias, en las encuestas, en las tertulias, con los taxistas como buen punto de referencia y en las conversaciones interpersonales, del presidente electo no se sabrá sino hasta el mes de junio cuando se defina la segunda vuelta.
O sea, serán dos los contrincantes a disputarse la estadía en la Casa de Nariño por los próximos cuatro años que muy seguramente serán ocho de acuerdo a los últimos acontecimientos en la materia. Pero también es cierto que la tendencia de acuerdo a los indicadores enunciados anteriormente, dan como posibles ganadores para enfrentarse en la segunda vuelta a Iván Duque y Gustavo Petro si no hay sorpresas, teniendo en cuenta que los candidatos restantes se encuentran muy rezagados sin avizorase en ninguno un repunte significativo.
Quiere decir que la segunda vuelta se la disputarán los dos extremos, la derecha y la izquierda. Quedarían los moderados que son muchos, para definir con cuál cuerda se quieren ahorcar. Veamos: la derecha extremista de Uribe quién es el que en realidad maneja los hilos de la política derechista, con su candidato Iván Duque, a decir verdad con mucho carisma, lo único malo es su dueño, guerrerista, que como el “efecto teflón” todo le resbala y nada se le pega, puede hacer cualquier pilatuna y sin embargo mucha gente lo sigue idolatrando.
No vamos hacer una enumeración de todas sus “ejecutorias” porque el país las conoce perfectamente y parecería odioso y extremista de mi parte. El senador Uribe cuando le gritó a un exempleado suyo de la Casa de Nariño que: “¡le voy a dar en la cara marica!” le sirvió para engrandecerse más.
Y el señor Gustavo Petro de la izquierda extremista que no le fue muy bien como administrador al frente de los destinos de la ciudad capital, con ínfulas de implantar en Colombia el socialismo siglo XXI, al estilo del Castro chavismo, Lula Da Silva, Correa, Evo Morales, Ortega y muy cercano a Nicolás Maduro aprovechando el descontento social por la desigualdad, exclusión, inequidad, discriminación y la corrupción rampante en nuestro país.
No quedarían más opciones. Para los colombianos moderados que no se quieran ahorcar con ninguna, el voto en blanco como protesta sería una salida honrosa, simbólica, pues no tendría ninguna repercusión legal para la segunda vuelta, pero mucho mejor que la abstención. Lo que sí es seguro, si la derecha gana y se sigue equivocando, será caldo de cultivo para que en cuatro años nadie detenga la extrema izquierda.