Los comienzos de año son épocas propicias para tomar determinaciones, hacer propósitos (aunque no siempre se cumplen) y revivir sueños e ilusiones.
Pero hay una realidad inocultable, y es que cada año que llega, es un año más de viejos que estamos comenzando. Por eso a mí en ocasiones una duda me desvela: ¿Por qué tanta alharaca, tanta fiesta, tanta bullaranga en los cumpleaños, si en realidad lo que sucede es que queda un año menos de vida?
Leí hace poco un artículo en el que la autora habla sobre la eutanasia pasiva, la que se aplica contra los viejos, de manera callada pero efectiva, sin tener que desconectar máquinas, tubos o mascarillas de oxígeno. La eutanasia pasiva es la que aplican contra los ancianos, arrinconándolos, jubilándolos, haciéndolos sentir inútiles, convenciéndolos de que ya son seres inservibles, que están viviendo años de sobra.
Esta columna, deseosa de prestar un vivo servicio a la pobre humanidad agobiada y doliente que hace ratos dejó de ser joven, ha elaborado un decálogo, para ser tenido en cuenta en este 2024 y los años futuros.
No se trata de desconocer el hecho de los años vividos, que pueden ser muchos. Se trata de no dejarnos agobiar más por la gente que ve a los de la tercera y cuarta y quinta edad como un estorbo.
Como el dermatólogo, vamos al grano:
1.- No se sienta viejo, a pesar de lo que dice la cédula. No importa que haya arrugas en la cara, o que el pelo esté canoso, o que ya no tenga pelo. Esos son signos exteriores de que la vida no le ha sido esquiva, pero lo que es la juventud, la verdadera juventud, se lleva por dentro.
2.- No deje entrar al viejo. Ya lo decíamos en alguna columna anterior, repitiendo lo de ciertas redes sociales. El viejo anda a la pata suya, intentando meterse en su cuerpo, en su modo de pensar y de actuar. El viejo anda feliz de que usted se sienta viejo y solo y olvidado, a la espera de que la pelona le dé el último zarpazo. Pues no. Ciérrele el paso, mental, emocional y físicamente, y mándelo pal carajo.
3.- Sea agradecido con Dios, con la vida, con el destino, o como lo quiera llamar. Agradezca los años vividos y los que está por vivir. Faltan aún muchas nochebuenas en su calendario y aún quedan muchos petros por quemar a la media noche delos 31 de diciembresque aún llegarán.
4.- No se encierra en su casa ni en sí mismo. No sea pendejo. Afuera están la vida, la gozadera, los amigos, las oportunidades.
5.- No se eche a morir porque se miró en el espejo y no se reconoció, o porque le duelen las rodillas o porque algunas comidas le caen mal. Entienda que ya no es el mismo de hace cuarenta o cincuenta años, que algunas cosas cambian y que debe dejar ciertos hábitos. Pero no se aflija por eso. Supérelo.
6.- Déjese de ser quejetas. No se queje por todo. No se queje del calor, ni de la lluvia, ni de los vecinos, ni del dolor de espalda, ni del gobierno. Recuerde lo que dice el refrán: “No hay mal que dure cien años”.
7.- Haga cosas: escriba, lea, pinte, camine, riegue las matas y saque las gallinas a orinar.
8.- Sonría, eche chistes, ríase de la vida.
9.- Déjese de ser atenido. No espere que todo se lo hagan. Usted puede. Inténtelo.
10.- Viva alegre. Salude, cante, baile. La vida es maravillosa.
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