Hacer empresa hoy en día en Colombia es casi imposible.
La carga tributaria es excesiva y desproporcionada.
Se calcula que aproximadamente 38.000 contribuyentes se residenciaron fiscalmente fuera del país, es decir, aunque se trata de personas que viven en Colombia, abrieron sus empresas en otros países porque aquí muchos se quebraron, y otros lograron llevar sus empresas a otros países antes de la quiebra.
Mientras en Colombia un empresario debe pagar aproximadamente el 70% de impuestos sobre las utilidades obtenidas, en Estados Unidos es del 21%.
En países como Perú y Méjico bordean el 30%. Como si lo anterior no fuera suficiente, está demostrado que aquí cuando un joven colombiano cree en su país y le apuesta a hacer empresa, antes de ganarse un peso, es decir, antes de obtener utilidad alguna, debe pagar el 30% de tributación.
Eso sucede aquí, mientras en un país como Portugal a alguien que decide hacer empresa lo exoneran de pagar impuestos durante los 10 primeros años como incentivo para crear su empresa.
Con cifras como esta, hay gente que todavía se pregunta por qué el gobierno le teme al paro nacional del próximo 21. Mejor dicho, aquí en Colombia antes no pasa nada.
El Tribunal Administrativo de Cundinamarca acaba de admitir una demanda muy interesante, en la que precisamente un empresario que se quebró, que logró demostrar que hizo todo el esfuerzo empresarial a que lo obligaba la ley, pagando salarios y parafiscales a sus trabajadores, y además todo el rosario de impuestos, demostró – como tuve ocasión de ver el expediente -, de que rigurosamente pagó impuesto al patrimonio, renta presuntiva, 4 por mil, Ica, predial, valorización, IVA, demostró que las utilidades obtenidas no fueron suficientes para pagar impuestos y se quebró, a pesar de haber demostrado asimismo que antes de crear su empresa, había invertido ahorros de una herencia, y todo se lo llevó el excesivo pago de impuestos.
Y ni para que hablar de cosas obvias: si no hay empresas, no hay empleo. El principal drama hoy de un joven en Colombia es encontrar empleo digno.
La misma Constitución colombiana en su artículo 95 señala que si bien uno de los deberes de todo ciudadano es el de contribuir a los gastos del estado y pagar impuestos, en condiciones de equidad y justicia, ese principio de tributación no se está cumpliendo.
Hoy en día existe un gran desequilibrio entre lo que se paga en impuestos y las utilidades que se percibe, y por ello, esa enorme cifra de colombianos que han decidido residenciarse fiscalmente en otros países apenas es una muestra de un descontento y frustración que ocultamente está viviendo mucha gente.
Por eso Chile se reventó, y la gente sigue saliendo a las calles y ahora ya piden un plebiscito para reformar la constitución de Pinochet que la ven como la fuente de la inequidad. Por haberse atrevido el presidente de Ecuador a eliminar un subsidio a los combustibles, por poco lo tumban. Algo parecido sucedió en Francia, en la que el presidente Macron igualmente decretó un aumento en los combustibles, y la protesta social de los llamados “chalecos amarillos” llevaron al país, obligaron al presidente a reversar varias medidas, y si bien no con la misma fuerza, las protestas en Francia continúan. Ya se dice por allá que hasta ahora, una de las ganadoras de esta protesta es Marie Le Pen, la derecha que podría beneficiarse de esta protesta social.
Por ahora interesante lo que comienza a ventilarse el proceso señalado en el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, porque sería uno de los primeros casos en que un contribuyente podría recibir alguna indemnización por los excesos de una carga tributaria que lo llevó a la quiebra.