En esta encrucijada se encuentra el presidente Petro en relación con la posición que debe asumir frente al grosero fraude del señor Maduro en las pasadas elecciones del 28 de julio, donde sin presentar pruebas fehacientes de su triunfo, el CNE lo proclamó ganador en la contienda electoral con unos datos parciales, que según ellos, así lo confirmaban.
Con dolor de cabeza debe estar el señor Petro ante tamaño chicharrón, por un lado, la presión interna e internacional y por el otro la entrañable amistad con el dictador Maduro, seguramente financiador también de su campaña, pero como lo ha venido reseñando el CNE, tampoco fueron incluidos esos dineros en las cuentas claras.
Por encima del lado romántico en defensa de los valores democráticos, en mi opinión, poniendo los intereses de nuestra frontera sobre lo que piensa una parte de los organismos internacionales, me acojo al pensamiento que seguramente debe estar rumiando en su interior el presidente de los colombianos de no tomar partido en la discusión y correr a esconder la cabeza como el avestruz.
Si la opinión de Colombia ante la comunidad internacional fuese clave para la salida del señor Maduro de la presidencia de Venezuela, vaya y venga, pero se ha demostrado hasta la saciedad que esas declaraciones gaseosas de la ONU, OEA, Amnistía Internacional, La comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Corte Penal Internacional y otros no han surtido ningún efecto concreto a corto ni mediano plazo y a veces ni a largo plazo, y los bloqueos económicos solo miseria le genera al pueblo.Como ejemplos cercanos tenemos a Cuba y Nicaragua.
Colombia comparte con Venezuela más de 2.300 kilómetros de frontera resultando perjudicados millones de habitantesde estos corredores, tanto así que siempre ha existido un dicho entre las poblaciones fronterizas de que:”Si al otro lado de la frontera estornudan, a nosotros nos da gripa”.
Fui y digo fui, porque ahora ni en pintura me acerco más allá de la línea fronteriza espantado por la Guardia Nacional, porque puedo ser propenso a un atraco, un asiduo visitante en el eje Ureña-San Antonio, a mercar y saborear las ricas arepas rellenas, los fines de semana para San Pedro del Rio y San Cristóbal a degustar el rico sabor gastronómico, a pasear a los nevados de Mérida y las deliciosas playas de Chichiriviche, Tucacas y la isla Margarita, ahora solo nostalgia nos produce recordar esos tiempos de gloria de nuestra hermana república de Venezuela.
Aventurándome a que ronden rayos y centellas sobre mi cabeza, el presidente Petro debe hacerse a oídos sordos y no embarcarse en la disputa del vecino país y no se vayan a romper nuevamente las relaciones diplomáticas, pensar en las gentes de frontera que de cualquier forma mantienen vínculos comerciales y su sustento depende de ellos, amén que no sirva de excusa a los señores de la guardia Nacional para ejercer aún más represión contra los connacionales colombianos.
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