En la historia de los países frecuentemente existen momentos de vanidades de quienes ejercen el poder que pueden llegar a cambiar su historia. Hasta donde recuerdo en Colombia no había ocurrido un enfrentamiento entre el presidente y un alcalde. Petro de un lado señalando que el diseño del metro aéreo es una “chambonada”, y del otro lado Claudia expresando públicamente que no modifica ni un centímetro su diseño. Preocupa el rumbo del país en apenas 6 meses de gobierno. El viernes pasado el periodista Diego Aretz le hizo una entrevista al exministro Mauricio Cárdenas en el Metropolitan de Bogotá, y frente a la pregunta del periodista sobre el panorama de la economía este año, Cárdenas expresaba que a pesar de todo Colombia tiene una serie de factores a favor: precio del petróleo, el presidente como nunca antes había tenido una buena “ chequera” a su disposición con los 22 billones de pesos, no tiene oposición, el congreso está a su favor, pero todo ello puede irse al piso por la soberbia del presidente.
En la historia de Colombia han ocurrido episodios de egos y vanidades, como el que sucedió entre Bolívar y Santander, en donde el primero iba para la convención de Ocaña en 1828 que buscaba consolidar la Gran Colombia, y cuando se encontraba en Bucaramanga, mandó emisarios y se dio cuenta que perdería el poder en la convención contra Santander y por ello Bolívar decide no llegar a Ocaña. Días después ocurrió la conspiración septembrina. La suerte de los países está supeditada a los egos y las vanidades de sus gobernantes.
Lo del metro es una evidencia. Hay quienes incluso llegan a señalar que se trata de un enfrentamiento calculado de Petro contra Claudia en la que está en juego el candidato de Petro a la alcaldía en octubre, y del otro Claudia, que aspira a ser presidente después de Petro, y sabe que para lograr su aspiración debe avanzar en la construcción del metro. ¿Enfrentamiento de egos? De eso depende la suerte de los usuarios del transporte en Bogotá que siguen transitando 3 y 4 horas diarias para desplazarse, y hasta la suerte del país. La construcción desde hace 70 años del metro de Bogotá se convirtió en una vergüenza mundial. Así es, los egos y las vanidades en la historia de la humanidad, como aquella en el nacimiento del Reino Unido como Estado cuando Ana Bolena le exige al rey Enrique VIII que si quería casarse con ella, debía separarse de la iglesia romana. Así sucedió, pudo más la fuerza de la vanidad de poder de ella y así fue el nacimiento del anglicanismo.
El periodista Aretz, cuya entrevista puede leerse pronto en el blog del Espectador, le pregunta al exministro Cárdenas sobre la presunta decisión de Petro de no continuar con la explotación de petróleo. La respuesta fue contundente e ilustrativa: “Hoy el mundo requiere de 100 millones de barriles diarios. Colombia produce 800 mil barriles. Si Petro decide no producir más, en el mundo no pasa nada, para los árabes es fácil al día siguiente abrir uno de sus grifos, y listo, en cambio Colombia no tendría como reemplazar esos recursos”. Hace algunos meses en Francia me decía un escritor que cuando escuchó el discurso de Petro, le gustó la diversidad y la inclusión de su propuesta, pero en la medida en que seguía hablando aparecía como el salvador del mundo.
Ni imaginar que el chantaje que plantea Petro contra Bogotá de no financiar más obras si Claudia no cede en lo del metro llegue a ser una realidad. Los egos y las vanidades en el poder, como aquella otra que ocurriera en Colombia en junio de 1954, un año del poder de Rojas Pinilla, y la obligación de todos los alcaldes de inaugurar una obra que llevara su nombre, y el metro que espere.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en: http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion