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El comodín de la paz
En el juego de la vida, la política es otra forma de manejar los naipes:.
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Viernes, 25 de Octubre de 2024

Después de una calurosa tarde suavizada con zambullidas en el río, nos reuníamos alrededor de una mesa allá en el club social del pueblo a jugar cartas apostando el  precario presupuesto de adolescentes imberbes; el dueño del naipe repartía las cartas de la baraja. El feliz poseedor del “joker” o “comodín” era el aventajado y, si sabía manejar el momento de usar la carta,  casi siempre era el ganador.

En el juego de la vida, la política es otra forma de manejar los naipes: se hacen apuestas, se reparte la baraja y se gana o se pierde. No se me olvida que también había tramposos.. Tener ventaja y apostarle a ganar, lo saben hacer muy bien los venerables manejadores del tesoro nacional desde sus cómodas poltronas en el parlamento.

Usaron el comodín los rojos y los azules cuando en el pacto de Sitges se repartieron  abusivamente el poder. Hoy me toca a mí  y luego le toca a usted. Después nos cambiamos y así nos mamaron gallo un buen tiempo.

Le correspondió el “joker” a Pastrana, el viejo, cuando con la carta en la mano se “robó” las elecciones y se acomodó plácidamente en el palacio de Nariño. El inocente heredero recibió la carta de carambola y con el comodín en la mano intentó un arreglo frustrado con una silla vacía en medio de la nada…….

Otro más vivo y bien conocido como tahúr en el juego de los naipes,  simplemente arregló el ponqué de una negociación coronada con la fresa de mejores tiempos y  corrió raudo a Estocolmo a recibir un premio que ya debería  estar  regresándolo y arrepentido.

Con el comodín y como ñapa un as de la baraja, el dueño del ubérrimo se acomodó en el poder como el sublime salvador de la patria y muy orondo se deshizo de los paras enviándoselos a los gringos dejando a las desvalidas víctimas sumidas en la desesperanza y el abandono. Hoy todavía se aferran al ridículo refrán “reparación y no repetición”.

Me acuerdo que el más tramposo del grupo de imberbes adolescentes por alguna razón que hoy todavía desconozco, siempre ganaba y sin necesidad del comodín. Me parece estar viendo un par de sombreros vueltiaos intercambiados, que con comodines tramposos, porque no hay sino uno en cada baraja, se están acomodando para perpetuar el ignominioso devenir de una patria que ya no aguanta promesas vanas y dobles comodines en la baraja…

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