En estos días de turbulencia donde observamos lo frágil de nuestros sistemas democráticos y lo fácil de caer en la trampa de las ideologías del terror, me parece oportuno compartir una excelente reflexión de Sara Caicedo, docente universitaria e investigadora que propone que debemos ir pensando en las elecciones del año 2026, resaltando que aquellos que no estamos de acuerdo con lo que la izquierda vienen haciéndole al país, debemos convertirnos en un bloque único resistente a los ataques sistemáticos, así sean violentos y escoger un solo candidato a la Presidencia de la República, que sea digno del solio de Bolívar y que no podemos permitirnos que la lucha de egos nos arruine nuestro futuro más cercano.

En las características expresadas, esta persona, hombre o mujer, debe ser alguien íntegro, de buen testimonio y trayectoria comprobable, con amplios conocimientos y preparación sobre el cargo y la cosa pública, con una capacidad de madurez y responsabilidad firme con los principios democráticos de la Nación que nos una a todos en torno a lo fundamental. Que entienda el peligro de la narrativa socialista, el progresismo y todas las ideologías degenerativas del orden axiológico; alguien que defienda y respete la vida, la familia y la propiedad privada de nuestros ciudadanos. Debe ser alguien que entienda el valor y dignidad de nuestras fuerzas militares y policiales.

Además, debe ser alguien con propiedad y objetividad que se oponga a la injerencia de organismos internacionales que atenten contra nuestros principios constitucionales y nuestra soberanía. Todos esperamos a un líder capaz de tener mano dura contra las acciones y sujetos promotores de violencia y criminalidad, que restaure el orden y el imperio absoluto de la ley, que fortalezca en lo moral y económico a nuestras fuerzas armadas para que liberen a todas las regiones de Colombia de la delincuencia e impunidad.

Debemos volver a tener un líder de dimensiones intelectuales que le quepa el país en la cabeza y que entienda lo diverso de nuestro territorio, que conozca las distintas problemáticas de cerca y no meramente verborrea al aire.

Un líder que escuche con seriedad y prontitud a la gente, que se rodee de un equipo con personas íntegras, preparadas en cada sector nominal, con experiencia y cero investigaciones en lo personal y en lo público, además de tener dotes de un buen administrador que entienda que el Estado de derecho debe ser manejado con mesura, de manera eficaz y transparente, y con cero corrupción. Es muy importante que deje trabajar a la empresa privada como fuerza de economía y desarrollo, que entre sus múltiples cualidades la verdad brinde confianza a los empresarios e inversionistas.

No podemos perder la esperanza de tener un líder inspirador, que motive a los colombianos a ser patriotas de nuevo, con sentido de pertenencia y amor por lo nuestro, reconstruir nuestro país, defender los principios y valores eternos propios de nuestra democracia. Es de suma prevalencia que sea alguien que tenga amor, respeto por Dios y que entienda que, sin Él, este sueño de transformar a Colombia jamás será posible.

Hoy nos preguntamos, ¿quién podría ser el que asuma este reto? Debemos entre todos buscar la persona que nos dirija con decoro y sabiduría a tiempos mejores. Las próximas elecciones serán para nuestro país una de las más importantes y desafiantes de la historia; nos estamos jugando la continuidad del orden y la justicia. Debemos unirnos y soñar que es posible, no podemos cometer errores. De lo contrario no habría un mañana certero.

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