Las frases que ha pronunciado el presidente en los últimos días ya no solo no corresponden a un momento de exaltación, a un estado de ánimo o a una circunstancia política difícil, al paro de transporte, sino que empiezan a mostrar preocupación por su real situación de estabilidad emocional del primer mandatario.
Eso de señalar a las periodistas que llegan a criticarlo como “las muñecas de la mafia”, no solo es una ofensa, una forma de violencia contra las mujeres, sino que se enmarca como una de las peores salidas en falso de un presidente de que se tenga noticia en muchos años. Es el peor insulto contra el periodismo que se le haya escuchado a un mandatario.
En la historia ha habido presidentes que han tenido salidas en falso, de diferente manera, como aquel famoso coctel en el que el presidente Guillermo León Valencia a su ilustre visitante, a un hombre que pertenece a las grandes páginas de la historia universal como Charles de Gaulle, cuando en el momento del brindis lo homenajeó con un “Viva España”. Cosas de la resaca.
Si Petro hace ese tipo de declaraciones deliberadamente, consciente del daño que genera, a sabiendas que no es del talante de un presidente, y más utilizando una expresión que hace parte de esa subcultura de narcos que nos la enrostran aún en varias partes del mundo, muestra una faceta de un presidente que no le importa la figura presidencial en absoluto. Es una expresión de desfachatez con el cargo de primer mandatario.
Por ello incumple cualquier cita pasando por cumbre de alcaldes, empresarios, al presidente de Suiza a quien lo dejó esperando por más de tres horas en un encuentro, al presidente Macron, o llegando dos horas tarde al desfile del 20 de julio. No deja de ser un vacío de la figura presidencial con todo lo que ello significa en un país con tan graves y múltiples problemas como Colombia.
Y de no ser así, comienza a mostrar a un mandatario que no tiene contacto con la realidad, un presidente obnubilado, y para ello no es sino mirar como en estos momentos que nos quedamos cortos con la pasada reforma tributaria que presenta una desfinanciación de 12 billones de pesos y lleva a considerar la necesidad de una nueva reforma, mientras eso sucede, los gastos de la presidencia de la república se han disparado en este gobierno, en el gobierno del cambio, el que estaba llamado a dar ejemplo.
El presidente anda en un escenario que no corresponde con la realidad, está desconectado, y lo peor, da la impresión que no le importa.
Existe otra realidad: el presidente ya está más conectado con la campaña del 26 que con lo que sucede por estos días en el país. Pensar que se puede lograr la Paz Total que fue una de sus principales propuestas al inicio de su gobierno, a hoy es un fracaso anunciado.
La paz con el ELN está agonizando. Difícil como van las cosas de la agenda legislativa. De rescatar el acuerdo que se hizo con los empresarios en donde se convino inyectarle a la economía 55 billones de pesos.
Quizás de los pocos aciertos que se ha tenido en los últimos días. El país va mal, existe desazón, falta de confianza por el futuro próximo, por lo que pueda hacer aún en los dos años que restan, en una economía en la que la mayoría de los sectores se encuentran estancados.
Todo ello genera desconcierto con las salidas de un presidente tildando de “muñecas de la mafia” a las periodistas, o en esa otra salida que es casi de burla, su tristeza porque su hija se había ido a estudiar a Europa. Colombia ha tenido presidentes desacertados como gobernantes, pero no uno que asume comportamientos de burla y desfachatez con su población.
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