La liberación por parte del gobierno de Biden del llamado testaferro de Maduro y la cúpula chavista, Alex Saab, ha dado para todo tipo de interpretaciones, desde las más agrias a las más inocentes.
La versión inocente o light es que el retiro de las medidas económicas contra los jerarcas desfalcadores del estado venezolano y la liberación de Alex Saab es un acuerdo para la salida del regimen chavista y la vuelta a la democracia. Maduro lo aceptó, aseguran. Confiar en la palabra de autócratas es como esperar que en Cúcuta nieve.
La otrora famosa canciller alemana, Angela Merkel, matrona del progresismo, dijo cuando permitió a Rusia suministrar el gas a Europa Occidental, que ella confiaba en la palabra de Putin de no usar ese suministro políticamente. Cuando lo hizo, después del ataque a Ucrania, ella solo se limitó a decir que Putin la había engañado y caro que le salió a Europa la inocencia de Merkel. Maduro ha prometido varias veces hacer elecciones libres, pero incumple, lo cual hará otra vez con la excusa del Esequibo.
Una versión menos cándida dice que Estados Unidos volvió doble agente a Saab. ¿Para qué? Nadie sabe. Es la versión estúpida de una jugada maestra de inteligencia, patrocinada por el Departamento de Estado. La versión agria es que la actitud gringa obedece a que el Departamento de Estado está manejado hoy por el progresismo obamista, ampliamente simpatizantes de la izquierda latinoamericana y que no peca de inocente, sino que no solo son parte de la solución al regimen dictatorial de Maduro, sino que son parte de su soporte.
El filocubanismo del progresismo gringo es muy conocido. Y lo pueden hacer porque ante los retos que hoy se enfrentan en el corazón del mundo, Latinoamérica no importa, mientras no sea que haya riesgo a la seguridad nacional gringa; ellos sostienen que no, aunque ya Irán está en Venezuela, hoy el gran enemigo mundial gringo. El ataque del 11 de septiembre de 2001 se dio a pesar de esa burocracia de asuntos exteriores. Juega mucho el sesgo ideológico.
No se Ustedes, pero yo me inclinó por la versión agria, después de todo, eso muestra la historia. Venezuela no está madura para la democracia, sino que Maduro se eternizará, a menos que el Esequibo diga otra cosa. No hay que confiar en lo que dicen los autócratas, pero si en lo cobardes e ineptos que son para la guerra; son buenos contra población desarmada, pero incapaces como guerreros ante fuerzas militares capaces.
Nunca como ahora nos impacta lo que pase en Venezuela, ya que Nicolás Maduro volvió a ser el nuevo mejor amigo de nuestro presidente, posición que en su momento le dio el tristemente célebre Nobel de Paz. Aunque no se si sea osado decirlo, porque un mensaje suyo en redes puede cambiar todo en un segundo, Gustavo Petro ha sido prudente en no tomar bando en el asunto del Esequibo, aunque todos sabemos de qué lado está.
Si Maduro logra imponer su “putiniada” a Guyana, el regimen chavista se eternizará, como lo hizo el castrismo en Cuba, aunque Fidel tenía la ventaja de “controlar” una isla que podía aislar del mundo, lo que no es el caso de Venezuela. Afortunadamente, parece que esta opción es de muy baja probabilidad.
Aunque he sostenido y sostengo que en estos asuntos latinoamericanos, Estados Unidos no es confiable, en la crisis del Esequibo hay un actor menos progresista, el Reino Unido, quien además sabe como lidiar con una guerra en Latinoamérica. El Reino Unido no dejará atacar a un país de la Commonwealth como Guyana y Estados Unidos deberá tomar partido, caso en el cual el progresismo del Departamento de Estado perderá. La duda es Brasil. Lula es progresista pero no idiota y muy probablemente apoyará a Guyana. Si Petro sigue callado, la caída de Maduro no lo arrastrará. Si no lo hace, será el siguiente objetivo internacional.