Colombia está que estalla socialmente. El hambre que comienzan a sentir muchos sectores de la población y la quiebra de muchas empresas es inminente. Tan solo basta mirar rápidamente un periódico o un noticiero y el panorama es desolador. Trato de no mirar muchas noticias hasta por razones de salud mental: hoy cualquier informativo inicia con el registro de muertes en el mundo. Que recuerde en los últimos años en el país de noticias que te podían llevar directamente a la depresión y pérdida de confianza, fueron los días que coincidieron con la toma del palacio de justicia y la avalancha de Armero, pero en aquellos años se cambiaba de canal y encontrábamos noticias internacionales y el mundo seguía igual.
Ahora por todo el mundo hay muertos, como para un capítulo más que el escritor mejicano Juan Rulfo en su obra “Pedro Páramo” nunca llegó a imaginar; cuando el hijo llega al pueblo de Comala en busca de su padre, pero no encuentra sino voces y fantasmas y termina hablando con muertos. Hoy en día estamos en esas circunstancias trágicas en las que mucha gente ya no puede acompañar a sus seres a la última morada, y como lo escribía Rulfo, no queda sino tratar de dialogar con el que se fue.
Colombia estalla, el hambre para mucha gente está a la vuelta de la esquina. Un cálculo optimista indica que el 39% de la población es vulnerable. Son los que día a día tienen que salir a trabajar, porque si no mueren de coronavirus, mueren de hambre. Aún peor, el mismo Santiago Montenegro señalaba por estos días en una columna que la informalidad en el país es del 63%, y aquí en Cúcuta estamos en un 70%. Este es un estallido social que cada día es más incontrolable, y de ahí a que haya saqueos y desmanes es apenas un tema de pocos días, incluso de horas.
La población de Soacha en Bogotá que alberga cerca de un millón de personas salen a hacer protestas, cacerolazos porque a muchos les llegó el hambre. El alcalde en una medida más de desespero, decretó el fin de semana el toque de queda. En Riohacha los pobladores salieron a paralizar los camiones que transportan mercados. Ya están próximos al saqueo. La informalidad en Cúcuta impulsa a la gente a que salga al centro de la ciudad a tratar de ganarse el día a día de cualquier forma. Han llegado más de 70 buses con venezolanos que no los dejan ingresar a su país. En Villa del Rosario hay cerca de 300 familias viviendo en un polideportivo. En el centro de Bogotá un grupo de más de 100 indígenas se tomaron el edificio Avianca porque se sienten abandonados. Y frente a esta explosión social qué dice la banca en Colombia?
No tengo información de si en algún momento la banca en Colombia ha sido solidaria con alguna crisis. Creo que nunca, y lo peor es que en una crisis de esta magnitud tampoco lo haga. Todo lo contrario, en momentos en que la banca en Colombia ha estado en crisis los colombianos debimos pagar el impuesto del 4 por 1.000, que era temporal, y 15 años después lo seguimos pagando. Mejor lo escribía por estos días Germán Vargas: “Economía de guerra”. “El banco de la República bajó su tasa de intervención en 50 puntos. Debería pensar en bajarlas en 150 y 250 puntos”. En otro de sus apartes señalaba, el gobierno ha modificado el plazo para ampliar el plazo de presentación de la declaración de renta, no del pago, que es lo que se necesita.
Las medidas de emergencia económica y social tomadas por el presidente se quedaron muy cortas para obligar a la banca a tomar medidas que le den liquidez a las empresas y al ciudadano que quedaron paralizados. Claro, es entendible, Duque es un presidente amigo y protector del sector financiero, y como lo decía Eduardo Galeano: “Si la naturaleza fuera un banco, ya la habrían salvado”. La encrucijada que vivimos en este momento es crucial: de las pocas alternativas que rápidamente existen en el momento, es la liquidez urgente a las empresas y al ciudadano, o una emisión de dinero del banco de la república, o de lo contrario la explosión social social que se avecina ya viene, en pocos días. Ya incluso no podemos imaginar qué puede estar pasando en Colombia en apenas 10 días.
Muchos comerciantes tienen saldos a favor en la DIAN. Su devolución debería ser inmediata. En Colombia tenemos una prevención frente a la DIA. Si le reclamamos, no las cobra. El gobierno debió en las medidas de emergencia haber decretado el no pago de impuestos al menos por cierto tiempo. Está demostrado que en Colombia el 96% de los comerciantes son pequeños y medianos, y se calcula que el desempleo ya ha aumentado en un 10%. Antes de la pandemia el 16% de los jóvenes estaban desempleados. Si la banca, que tiene una opción real no irriga la economía de manera urgente, como lo está haciendo Chile, por lo menos leer a “Pedro Páramo”, es una buena opción, porque por lo menos los vivos podemos seguir dialogando con los muertos.