La tarea de gobernar no es nada fácil. Tiene muchas facetas y una de ellas es la de saber cómo comunicar, qué comunicar, el momento oportuno y hasta la forma. Hay gobernantes que le dan mucha importancia a la comunicación y hay otros que no. Un ejemplo de los primeros es Trump. Se asegura que el presidente de los Estados Unidos es muy hábil en el tema de las comunicaciones y ha sido una de las claves para atravesar tantas tempestades, como su declaración de estos días de atacar el coronavirus con desinfectantes. Al parecer una de sus estrategias es muy de madrugada, cuando los periodistas duermen, lanza una gran cantidad de twitter, que no les da tiempo ni de reaccionar. Casi que los bombardea. No les da mucho tiempo de responder. Así maneja Trump los asuntos de gobierno que tendrá de todo pero menos de tonto.
Ubicándonos en Colombia, con sorpresa en tiempos de pandemia, vemos que para el presidente Duque su imagen es muy importante. Acaba de firmar un contrato de tres mil trecientos millones de pesos para comunicar sus actos de gobierno. Es una forma de responder a la manera como Claudia López ha sabido comunicar sus decisiones en Bogotá? Bastante probable, y más en circunstancias en las que ya muchos medios señalaban que era evidente que la alcaldesa tenía más manejo y claridad que el propio presidente.
El tema era tan preocupante para Duque que algunos periodistas a nivel nacional ya decían que ella parecía la presidente, y más después de una imagen en la que Claudia aparecía dando órdenes y en esa rueda de prensa, presidente y vicepresidenta daban la impresión de ser apenas unos convidados; parecían casi como niños de primer año de escuela. De ahí que Duque suscriba un millonario contrato para mejorar su imagen, y después hasta hizo otro para cambiar de carro. Sin duda gobernar también es comunicar. Hay que tener cuidado, porque tampoco se puede caer en comunicar en exceso y no hacer nada, como aún se recuerdan las hermosas imágenes en televisión del metro en Bogotá de Samuel Moreno, muy bellas, pero eso si, después el alcalde terminó en la cárcel por ladrón.
Ahora vamos a Cúcuta. Vi un video en estos días del secretario de Desarrollo Social, Sergio Maldonado Huertas, seguro y convincente, intervención en la que señala que en los últimos días se han repartido 40 mil mercados a las familias más impactadas con la pandemia para una población en la ciudad de 780 mil personas, mientras en Bogotá se han repartido 60 mil para una población de 9 millones. Defiende con firmeza lo que hace la alcaldía y eso está bien, es su gestión; sin embargo queda la sensación que en la alcaldía no hay una buena comunicación con la ciudad. Sabemos que la jefe de prensa está suspendida, pero no por ello una administración debe tomar las acciones para comunicar de manera eficaz y oportuna, porque puede generar un efecto desfavorable en la ciudad: la gente puede entender que está frente a un gran problema de salud, desempleo y hambre y su mandatario no está haciendo lo suficiente. Así es, gobernar también es comunicar. De eso Trump sabe mucho.
Y ahora para terminar esta columna vamos a la Gobernación. Hay nuevo gerente del hospital Erasmo Meoz. Ante todo que sea esta una oportunidad para reconocerle a Juan Agustín Ramírez su gestión durante ocho años. Sin excesos, pero para amigos y detractores hay algo que no puede desconocerse: Juan Agustín logró sortear una de las crisis más difíciles de la institución en toda su historia y llevó a la institución a un equilibrio financiero que evitó la quiebra. Eso ya es mucho. Preocupante y gravísimo el señalamiento que hace el periódico el día viernes cuando relaciona los ganadores con el nombramiento de Tonino Botta: Alejandro Chacón y Ramiro Suárez, acompañado de una nota que preocupa: se trató del pago por un compromiso político de carácter electoral. Más de lo mismo. No sé si sea una coincidencia, pero no sé porque en estos días de pandemia leo mucho algo que en literatura se llama literatura negra.
