Hace cerca de 34 años en la calle Santìsima Trinidad de Madrid comenzó una historia entre un poeta español y un escritor colombiano, que se aproxima a lo que sigue: Santiago Gamboa llega muy joven a vivir a España y encuentra un apartamento que tenía dos habitaciones en esa calle, la cual debió compartir con un poeta proveniente de Mallorca, de nombre Miguel Angel Velasco.
Por la calle existe un bar que se llama la Blanca Doble, cuya estación de metro es iglesia, y ese lugar se convirtió algo asì como la segunda casa de los dos escritores.
Allí se alimentaban, escribían, bebían, y era un sitio atendido por Manolo, que con tiempo se convirtió en un confidente.
En uno de los últimos libros escritos por Santiago Gamboa, “Ciudades al final de la noche”, libro infaltable a la hora de recorrer algunas ciudades, que nos permite encontrar lugares y sitios que seguramente un turista nunca encontrará, porque siguiendo a Edgar Allan Poe, que hace referencia al “Fantasma de la multitud”, para referirse a la primera sensaciòn del que llega a una ciudad, y es la de sentirse extraño, anónimo y sobre todo libre.
Esos eran los sentimientos que experimentaban el poeta y el escritor cuando se encontraron hace 34 años en una de las calles de Madrid.
En su primer 31 de diciembre en Madrid, por supuesto que el lugar donde se encontrarían el escritor y el poeta, era en ese bar; Santiago Gamboa saca un casette que traía de Colombia con música del Caribe, y con Manolo, meseros, cocineros y algunos clientes bailaron en la barra.
Noche memorable que narra el escritor, una de sus primeras experiencias en Madrid, antes de ocuparse en el capítulo siguiente del encuentro que tuvo en una cafetería en París con el escritor peruano Julio Ramón Ribeyro.
Pero esa noche de fin de año en Madrid, cuando se le acabó el dinero al escritor y al poeta, Manolo, el barman no los dejó ir con un argumento memorable, como lo narra Santiago Gamboa: “No me da la gana que os vayáis”.
Y de ahí en adelante, sucede lo que suele suceder con el inexorable paso del tiempo como lo expresa Leonardo Padura en su último libro “La transparencia del tiempo”.
Que con frecuencia una de las mayores sorpresas que nos sucede en la vida es la de constatar como el tiempo corre, las historias pasan y ni nos damos cuenta de lo que le sucede a las personas con quienes en alguna ocasión compartimos unos momentos.
Fue lo que le sucedió al escritor con el poeta, cuando 25 años después Santiago Gamboa, quien ya para esos años había perdido todo contacto con el poeta, va a Barcelona, entra a una librería y le llama la atención un libro : “La muerte una vez más”.
Abre la primera página y quedó impactado: “la muerte prematura de Miguel Angel Velasco”. Por esos días el escritor vuelve al bar, la Blanca Doble, y se encontró con Manolo.
Ayer fui a ese bar a escribir esta columna, y sin haber hecho parte de esa historia, encuentro ese calor, miro la barra, me tomo un café, y pienso que en la vida frecuentemente a todos nos ocurren historias similares a las del poeta y el escritor.