En horas de la tarde del día de ayer el estado de salud de otro joven de 21 años que cayó de un puente en el norte de Bogotá era crítico. Se temía por su vida. Las primeras informaciones indican que la policía y el Esmad hicieron una avanzada y los manifestantes salieron en carrera en un puente, y el joven cayó al vacío. Tiene un trauma craneoencefálico. Esta noticia coincidió con el dictamen de Medicina Legal que concluía que en la muerte de Dylan la desproporción del agente policial fue desproporcionada. Las manifestaciones siguen, se siguen propagando, por lo menos en Bogotá es cosa de todos los días, hay marchas de día y de noche, el impacto de las redes sociales en el desarrollo de las mismas tiene sorprendido al gobierno, a los mismos manifestantes, a Duque, a los periodistas, a la policía que se los ve en Bogotá corriendo de día y en las noches de un lado para otro en moto desconcertados. Es impredecible hasta cuándo irán estas protestas, en qué terminarán, y qué efectos generarán a futuro.
Es tanta su propagación que hoy en varios países habrá un “cacerolazo latinoamericano”. A las 5 de la tarde sonarán las cacerolas en Méjico, a las 6 en Colombia, Ecuador y Perú, a las 7 en Venezuela, Bolivia y Brasil y a las 8 en Paraguay, Chile y Argentina. El mundo cambió. Las redes sociales cambiaron el mundo: la forma como la gente se manifiesta, como lee, como estudia, como se comunica, como protesta. Este es un momento para leer y analizar “el libro de 1.984” de George Orwell que escribió sobre estos temas.
Hay razones en pro y en contra del paro. Una de las realidades que más me han llamado la atención sobre lo que está sucediendo en el país, es un dato que lo trae la última revista Semana que lo dice todo, o por lo menos explica muchas cosas sobre esta inconformidad social: hoy en día en Colombia de 6 millones de personas mayores de 65 años que deberían estar jubiladas, su realidad es que ni están jubiladas ni empleadas. Es decir, están aguantando hambre. Ahí comienza a entenderse toda esta inconformidad social. Otro dato: si bien la economía colombiana este año ha crecido en un 3.3%, el sector financiero ha crecido en una 4.5%. Es decir, la banca crece y percibe ingresos por encima del crecimiento real de la economía, mientras el sector agrícola apenas crece en un 2.6%. Esas son las grandes inequidades del país que estamos lejos de resolver. De otro lado, mientras la economía crece al 3.3%, este año se han perdido 900.000 mil puestos de trabajo. Ya lo había escrito el domingo pasado: cómo entender que mientras la economía crece, la gente cada vez tiene menos oportunidades de trabajo?
Uno de los temas más complicados de estas protestas es que de parte del gobierno no se ve una respuesta inmediata a la gran cantidad de demandas de la ciudadanía, que son múltiples, complejas y estructurales y que vienen de años atrás. Este factor hará que las protestas se van a prolongar, aunque ahora al gobierno lo alivia la llegada de la navidad, pero seguramente a mediados de enero se prolongarán. Ayer en el centro de Bogotá tuve ocasión de ver la marcha de los indígenas, y hablando con uno de ellos en una frase sintetizó su indignación: “Nosotros nos vinimos a protestar a Bogotá porque allá nos están matando y no pasa nada. Es que ya no tenemos miedo ni siquiera a que nos maten”. Vivo por aquí en Bogotá cerca al parque de la 60, epicentro de muchas protestas, en las que el pasado miércoles hubo un concierto de la filarmónica y muchos artistas, y guardadas las proporciones, muchos jóvenes con doctorados y máster que no consiguen trabajos dignos, tienen expresiones algo similares.
Ese es un fenómeno social que está sucediendo en muchas partes del mundo: Las ciudades sin miedo. La gente protesta y va con todo porque ya no tiene mucho y nada que perder. Aquí incluso en esta inconformidad se habla de convocar una asamblea constituyente, un camino azaroso y seguramente de más incertidumbre. Creo que la gran falencia o deuda de la constitución del 91 es que si bien consagra muchos de derechos, su gran déficit es que no logró en 28 años reducir significativamente la inequidad social. De ahí la violencia de muchas de estas protestas. Impredecible será el futuro de Colombia en los próximos meses cuando ya se acerca la Navidad.