Cuando la vida le da la oportunidad a una persona de manejar asuntos públicos, que son del interés de todos, que son de toda una comunidad, la responsabilidad en las decisiones que se toman debe hacerse con mayor cuidado. Esa es la delicadeza que la debe tener un gobernador, un alcalde, el director ejecutivo de la Cámara de Comercio, el Presidente del Cúcuta deportivo y hasta la misma directora de Imsalud, porque precisamente al haber sido elegidos o nombrados, toda una comunidad espera que su gestión se haga con delicadeza, con cuidado. Por estos días se presentan algunas indelicadezas de algunos de ellos.
Un tema que nos concierne a todos, que nos apasiona y que hoy en día genera muchas expectativas es lo que pueda suceder hacia los próximos meses con el Cúcuta deportivo. El gran interrogante es si finalmente el equipo se lo pueden llevar o no a Sincelejo. El lunes pasado se adelantó una audiencia en la superintendencia de sociedades a la que tuve oportunidad de asistir, y el abogado de Augusto Cadena, en una intervención descontextualizada y soberbia llegó a señalar, que si obligaban al presidente a pagar una deuda cercana a los 1.200 millones el 20 de febrero, no les quedaba otra opción que llevarse el equipo a Sincelejo porque entendí, que habían recibido una oferta interesante de la ciudad de la costa.
Desde luego que es una posición abusiva y desbordada, porque es lo mismo que decir que Cadena sería el que impone las negociaciones, y de no ser aceptadas, se llevan el equipo a Sincelejo. La audiencia quedó suspendida. Por supuesto que lo peor que podría suceder es que al equipo se lo lleven de la ciudad. Por unas reuniones que he tenido en estos días, entre otros con el profesor Pinto, entiendo que el tema tampoco le es tan fácil para el presidente del equipo. Es una indelicadeza con la ciudad, con los hinchas del “doblemente glorioso”, con la historia del Cúcuta deportivo plantear esa posición amenazante de o aceptan mis condiciones, o me llevo el equipo a otra ciudad. De hecho en alguna ocasión daba tristeza ver al equipo como anfitrión en Zipaquirá.
Y ahora viene la indelicadeza del presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Cúcuta, que en tan poco tiempo de ejercicio de su cargo, una de sus primeras decisiones haya sido la de aumentarse su sueldo de 14 a 26 millones de pesos, con el argumento que así como la entidad en el 2.019 dio resultados de 15 mil millones de pesos, él garantiza que como mínimo los aumentará a 19 mil millones. Es una indelicadeza en su gestión. Lo razonable y ajustado a una buena decisión corporativa sería que primero obtenga los resultados, y después se aumente su salario. Y si eso no fuera suficiente, por decir lo menos, es lastimoso ver una Cámara de Comercio en disputas y pugnas de poder, y de espaldas a todos los problemas que enfrenta la ciudad, a la pobreza y marginalidad que existen en gran parte de la ciudad, quienes no tienen la más mínima posibilidad de pensar siquiera en subirse el salario porque están desempleados.
La Indelicadeza de la directora de Imsalud Katherine Calabró, firmando cuantiosos contratos a última hora, por montos que se acercan a los 2.000 millones de pesos y que llevara en días pasados a una allanamiento de parte de la fiscalía. No hay peores crímenes que se cometan contra una sociedad que la que tiene que ver con la salud, u otro que comúnmente se comete en Colombia, el de la alimentación de los niños de las escuelas. Otra indelicadeza reciente: el presidente del concejo solicitándole al alcalde cuál fue el procedimiento de nombramiento del gabinete. Eso tiene una respuesta sencilla: ninguno fue sugerido desde la picota. La realidad política de los asuntos de gobierno en Colombia muestra que lastimosamente hoy en día muchos temas de gobierno se debaten entre la delicadeza y la indelicadeza, y por ahora ha llegado el momento de que la delicadeza prevalezca sobre la indelicadeza.