Hay crímenes que impactan una ciudad, que generan un efecto de temor como el del jueves por el lugar en que ocurrió, por tratarse de un sitio cercano que frecuentamos. Para colmo, ocurrió el 1º de diciembre, como si se tratare de un presagio. Por estos días en los que usualmente hacemos balance de fin de año a nivel personal, de ciudad, reflexiones de país y hasta del mundo, la entrada de este 2023 nos deja una ciudad muy insegura. Las balaceras que han ocurrido por estos días por la avenida séptima muestran un deterioro de nuestra cotidianidad muy grave. Y no es sino ver imágenes. Hace 20 días estaba en un banco por la avenida 0 y en un momento entró un joven que no creo que tuviera más de 23 años, acompañado de dos guardespaldas fuertemente armados, que parecían pistoleros o matones, y precisamente por ese temor del riesgo de lo que podría suceder de un momento a otro, preferí salir rápido con un interrogante: ¿a que actividad ya estaba dedicado un hombre tan joven que necesitaba dos pistoleros a su lado? ¿A qué niveles de inseguridad llegamos a Cúcuta?
Aquella Cúcuta tranquila y desprevenida en la que una de las gratas compañías en las noches es la refrescante brisa que recorre la ciudad, aquella ciudad que la recorríamos y disfrutábamos sin ningún riesgo, pareciera que fuera del recuerdo, la de algunos años nostálgicos que no sabemos si volveremos a disfrutar. Y es que en otras reflexiones de lo que viene el próximo año, si bien Colombia tuvo un crecimiento importante este año, tuvimos tres meses de una gran incertidumbre económica en razón de la volatilidad del dólar. Hubo días de gran preocupación en los que mucha gente y empresarios no sabían que hacer con el dinero, si invertir o sacarlo del país. Afortunadamente la moneda tiende a estabilizarse y lo preocupante según las proyecciones es el próximo año el crecimiento de la economía en el 2023 será muy pobre, menos del 1%. De otro lado, preocupa una reforma política que impulsa este gobierno que maliciosamente, con mucho cálculo político, busca consentir a los congresistas, con el transfuguismo y la posibilidad de ser nombrados ministros, embajadores con tal de que sigan aprobando leyes sin mayores reparos. ¿Hasta dónde pretende llegar el gobierno, llegar a modificar la constitución para ampliar el período presidencial? Gran interrogante hacia el próximo año. Mientras eso sucede en el país hay ciudades que naufragan en la inseguridad y el caos.
Y mientras todo esto sucede en las calles de Cúcuta, el alcalde que en tres años aún no sale de su mundo de “alucinaciones y fantasías”, ahora con el trasporte de la Cúcuta 2050 a la que ya le puso el nombre de TIM acompañado de otro soñador, ya en temas de país, como lo es Enrique Peñalosa. Más aterrizado el Gobernador quien hizo público un mensaje de convocar un consejo de seguridad para tomar medidas por la inseguridad de la ciudad y el área metropolitana, convocatoria en la que ni siquiera aparece el alcalde. Al menos envió un mensaje de autoridad. La realidad es que Cúcuta lleva tres años sin alcalde, y ahora más preocupante, en donde apareció un candidato sacerdote que sabe más de los problemas de Valledupar que los de Cúcuta.
Y a esta situación que es caótica, falta que llegue el 1º de enero con la entrada de carros del vecino país. No se que tanto esté preparada la ciudad para esa nueva realidad, en una ciudad y área metropolitana en la que hoy en día pueden llegar a vivir cerca de 150 mil extranjeros. Así como vamos, va tocar pedirle a la gobernación que aún no siendo competente, haga un plan de lo que será esa nueva realidad de movilidad y seguridad que nos trae la apertura, mientras el alcalde se dedica a hacer los buses de la Cúcuta 2050.