Pasaron las elecciones locales, elegimos los mandatarios territoriales, hubo reclamaciones electorales y las autoridades competentes las resolvieron y, al final, se entregaron las credenciales a los ganadores y dentro de un mes ya estarán gobernando, y podemos tener la seguridad que actuarán de buena fe. Así las cosas, siempre y cuando no suceda algo extraordinario, adquirimos libertad para tratar otros temas interesantes y que no es bueno que pasen desapercibidos.
Es así como me quiero referir a la obra de José Antonio Amaya Martínez, mi paisano del norte de la provincia de Ocaña: él, de San Calixto, y yo, de Convención, pero nos conocimos en Cúcuta, concretamente en la Academia de Historia, donde él se ha revelado como un académico-investigador activo y no guarda ni esconde lo que escribe en prosa y verso, sino que lo publica. Para los días de la reciente Fiesta del Libro en la Biblioteca Pública “Julio Pérez Ferrero” presentó su obra “José Agustín Berti Aranda”, y ahora, en el mes que expiró, nos regaló “Misterios neblinados. Cuentos de San Calixto”.
El primer libro es una investigación histórica de un personaje cucuteño - José Agustín Berti Aranda - que el día del terremoto de Cúcuta - Mayo 18 de 1875 -, a sus 22 años de edad, perdió a sus padres, cuatro hermanos, a su cuñado que fungía como Cónsul de Italia en la ciudad, dos sobrinos y una hermana. Toda una tragedia familiar. Aun así, no se amilanó, y al ver que el alcalde de la ciudad, ante el desastre, lo que hizo fue irse para San Gil, su tierra, encabezó la reconstrucción de la ciudad ayudado por el ingeniero venezolano Francisco de Paula Andrade Troconis y otros cucuteños que no recularon ante la adversidad. Ninguno de los dos estaba en el lugar equivocado. El protagonista de la historia aportó su empuje y sentido de pertenencia, y el hermano venezolano contribuyó con su sabiduría profesional. Esta “llavería”, como se dice en el Caribe colombiano, fue lo mejor que le pudo suceder a Cúcuta. Entre otras cosas, basta con ver el centro de la ciudad con su parque amplio y sus calles y avenidas espaciosas. Lástima grande que la informalidad comercial les reste esplendor. Don José Agustín Berti Aranda, después de todo este trajín, fue presidente del Ayuntamiento de Cúcuta, cónsul, concejal, diputado general, presidente de la Empresa Ferroviaria de Cúcuta, senador, reconstructor e impulsador del desarrollo de la ciudad.
El segundo libro, publicado el pasado 14 de octubre con ocasión de cumplirse 178 años de la fundación de San Calixto, son cuentos amenos surgidos de las entrañas familiares, principalmente de su madre y abuelo materno, pero relacionados con la comarca. También aportaron para reconstruir estas historias los obreros de la finca Santa Clara, allá en el Catatumbo, y como no había electricidad ni radio, pues a escuchar a los mayores, todos locuaces y con gracia. En fin, felicito al académico y escritor José Antonio Amaya Martínez por su obra histórica y literaria que regala al Departamento y enriquecen su acervo cultural. Me siento orgulloso de ser su amigo y paisano. José Antonio ha tenido tiempo para ser alcalde de San Calixto, Ocaña y Subcontralor departamental, entre otros cargos no menos importantes.
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