Una de las instituciones tradicionales de cualquier ciudad, que está llamada a liderar procesos y dar ejemplo por todo lo que significa y su importancia es la Cámara de Comercio, y más en una ciudad como Cúcuta que hoy enfrenta problemas complejos y profundos con todo lo que sucede por estos días. Para no ir tan lejos, recientemente se hizo público un estudio que muestra que estamos en la quinta ciudad más violenta de Colombia, y en una ciudad en la que hoy en día pueden vivir cerca de más de 180.000 venezolanos, con todo lo ello significa. El problema de inseguridad que todo ello ha generado para el día a día de los cucuteños está llegando a extremos insólitos, como el que se anunciara por estos días de la “activación de un botón de pánico” a los taxistas. Pánico es el que viven muchos taxistas ante la cantidad de atracos a sus compañeros, y por supuesto que el asesinato de uno de ellos en el barrio La Libertad, ha despertado temor entre ellos.
De otro lado, siguen apareciendo episodios lamentables como el de la contratación de la EIS y el de Imsalud que ensombrecen el panorama y muestran la forma sórdida como se manejaban recursos públicos. Y como si con ello no fuera suficiente, el lamentable espectáculo que por estos días le da a la ciudad la Cámara de Comercio, es de tal irresponsabilidad social con la Cúcuta que como reacción varios comerciantes ya están hablando de no pagar más los gastos como comerciantes como protesta con lo que está sucediendo. Sin duda que tienen toda la razón los comerciantes de Cúcuta y no deberían pagar más. Es más, es tan sórdido el espectáculo que aquí debería haber una reacción ciudadana para que renuncien la mayoría de ellos. Hasta una denuncia en la Superintendencia de Industria y Comercio y una posible intervención de ella es posible.
Tras de que muchos comerciantes han sufrido los efectos de una fuerte recesión que ha llevado a muchos de ellos a cerrar sus establecimientos, resulta que frente a esos problemas de la ciudad, a su director ejecutivo no se le ocurre nada distinto sino la brillante idea de subirse el sueldo, sin importarle a sus miembros y junta directiva los problemas de Cúcuta, y actúan de espaldas frente a todo lo que sucede en la ciudad. Siempre en toda institución hay excepciones. Uno de ellos es Germán Hernández Gómez quien tiene buen recorrido académico, y habrá otros. Pero mientras tanto los “garrotazos” van y vienen, en donde se escuchan hasta líos de faldas y a Cúcuta, que se la lleve el diablo.
Muchos de los integrantes de la actual Cámara de Comercio de Cúcuta al menos deberían conocer algo de la historia de lo que ha sido esta institución para la ciudad, y se encontrarán que fue fundada en el año 1.915, y se enterarán que su primera junta directiva fue integrada por personas intachables y de reconocidas virtudes como Rodolfo Faccini, Tito Abbo, Manuel José Vargas y Manuel Guillermo Cabrera. Si se lee con cuidado la historia, señores miembros actuales de la Cámara, podrán constatar que lo primero que hizo esa junta directiva fue la de establecer las posibilidades de desarrollo de la ciudad para exportar productos a través del lago de Maracaibo, y entre sus preocupaciones también estuvo el desarrollo del ferrocarril de la ciudad. Sin duda, muchos otros fueron sus buenos propósitos e inquietudes por Cúcuta. Tengan la seguridad que en ningún momento se les pasó por la mente en subirse el sueldo, que seguramente ni tenían.
Por la Cámara de Comercio de Cúcuta han pasado personas excelsas, cucuteños comprometidos con su ciudad, que le dieron realce a la institución, que fueron un lujo, sin que a riesgo de omitir muchos nombres, en este espacio recordemos a Pedro Entrena Parra, Miguel Hernández Eslava, Hernando Ruan Guerrero, Luis Francisco Jiménez, entre otros. Esta es por lo menos una breve historia de la Cámara de Comercio de Cúcuta, para que los actuales por lo menos se enteren y mientras tanto suspendan al menos por unos días tantos garrotazos.
