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Las cuatro I del desarrollo sostenible
Sobra decir que la infraestructura colombiana es paupérrima, reforzando una institucionalidad política aún más paupérrima.
Sábado, 8 de Junio de 2024

Cuando en Roma se visita la antigua vía Apia, la tendencia es a pensar que esas vías de los primeros siglos después de Cristo eran tanto elementales caminos de tierra como vías de corta distancia. Nada más lejos de esa percepción.

Las vías romanas eran infraestructuras construidas con especificaciones técnicas, anchos apropiados para el tránsito de carretas de bueyes y caballos en ambas direcciones, óptimo manejo de aguas de escorrentía y pavimentos diseñados para los pesos en movimiento que iban a transitar. Debo hacer una aclaración técnica. Se cree que el pavimento es la capa de rodadura asfáltica negra, concepto errado reforzado en que el “reparcheo” vial en Colombia consiste en rellenar huecos con carpeta asfáltica, sin reparar la estructura de pavimento. La estructura de pavimento consiste en diferentes capas de suelo granulado con diferentes tamaños de grano escogidos para que al compactarse logren la resistencia requerida para los esfuerzos a que va a estar sometida.

La primera capa de la estructura del pavimento es el suelo virgen eliminándole la capa vegetal y estabilizándolo mecánicamente, mientras que la última capa de la estructura es la de grano más fino que ya permite tránsito. Sobre ella y para efectos de hacer más fluido el transito va la carpeta asfáltica, que no contribuye a la resistencia de la estructura de pavimento. Por eso los “reparcheos” se dañan al poco tiempo; es como ponerle cinta pegante a una fuga en un tubo de agua.

Las antiguas vías imperiales romanas tenían capa de rodadura, no con capa asfáltica sino con losas de piedra. Las impresionantes calzadas del antiguo imperio romano que cruzaban Europa, Oriente Medio y el Norte de África, llegaron a tener 80 mil kilómetros según estudios históricos y tenían viaductos, túneles, puentes, pontones y cunetas . Parte importante de esas vías se han usado hasta hoy. Esa red vial, junto a las flotas navales, otro desarrollo importante para el transporte, hicieron de la antigua Roma el gigantesco imperio que duró, según la mayoría, quinientos años, hasta la caída de Roma en el siglo quinto por los “bárbaros” franco-germanos, pero que si incluimos el imperio romano de Oriente (conocido como Imperio Bizantino), con capital en Constantinopla, que siguió hasta el siglo XV, el imperio romano antiguo duró mileno y medio y gran parte de su éxito fue el dominio de las infraestructuras de transporte que les permitieron administrar una extensión que llegó a tres continentes.

El imperio chino nunca tuvo ese impacto pues su única vía destacable era la ruta de la seda, que a diferencia de las vías de la antigua Roma, eran caminos de tierra que se interconectaban. No fue hasta el Imperio Británico, que controló el transporte con una impresionante flota naval, que una isla pudo controlar gran parte del planeta. Y el gran poderío de Estados Unidos surge de desarrollar una poderosa red de infraestructura. En particular, la conexión de los océanos Atlántico y Pacífico con los famosos trenes al viejo Oeste y las autopistas interestatales, lograron que se consolidará primero como nación y después como potencia.

¿Y porque no todos los imperios lograron estos espectaculares desarrollos en infraestructura, transporte y logística? Porque los exitosos crearon institucionalidades políticas avanzadas en cada momento histórico; Roma tuvo la primera sociedad reglada por la ley escrita; Inglaterra adoptó la democracia liberal; y Estados Unidos desarrolló una constitucionalidad basada en la libertad individual y el control del estado y sus funcionarios para que no crearan autocracias. Institucionalidad e Infraestructura, la una reforzando la otra,  conducen a la Integración interna y a la Internacionalización, permitiendo crear valor sostenible. Las cuatro i de sociedades exitosas.

Sobra decir que la infraestructura colombiana es paupérrima, reforzando una institucionalidad política aún más paupérrima. Todavía no hacemos lo que desde hace veinte siglos ya sabían que se debía hacer, desarrollar Institucionalidad e Infraestructura, y a ese fracaso institucional lo llamamos progresismo, así como llamamos pavimento a la carpeta asfáltica.


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