A raíz de la presionada renuncia del presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski, los colombianos se preguntan por qué en los últimos tiempos en nuestro país nuestros presidentes por casos mucho más graves se atornillan haciendo toda clase de maromas para quedarse en el poder.
Un ejemplo de honradez nos la dio en el siglo pasado el presidente Marco Fidel Suarez que acusado por Laureano Gómez de vender sus sueldos, renunció.
También los destituyeron y renunciaron los mandatarios Dilma Rousseff y Color de Melo del Brasil, Carlos Andrés Pérez de Venezuela, Abdalá Bucaram y Lucio Gutiérrez de Ecuador, Alberto Fujimori del Perú, Fernando Lugo del Paraguay, etc., etc., por el peso de sus propios escándalos.
Pero los de aquí continuaron campantes. El señor Samper la sacó del estadio con el proceso 8.000, Pastrana con el escándalo de Dragacol, El Caguán, la liquidación de los Bancos Andino y Pacífico que le costó mucho dinero a la Nación, a los contribuyentes y ahorradores. Uribe con la Yidispolítica, el canje de notarías con Teodolindo, los falsos positivos, Agro Ingreso Seguro, las chuzadas etc., etc. y ahora el señor Santos, con los “Paradise papers” participando en sociedades de paraísos fiscales, las chuzadas a la periodista Vicky Dávila, la mermelada para comprar la conciencia de los congresistas, Interbolsa, Reficar, venta de Isagén y salpicado por Odebrecht a través de su gerente de campaña Roberto Prieto para su reelección entre otros, lo tienen con la más baja popularidad que presidente alguno haya tenido en el transcurso de su mandato.
Por unas chuzaditas (escándalo Watergate) al Comité Nacional Demócrata opositor del partido Republicano en Estados Unidos por cuenta de su presidente Richard Nixon, conllevó la renuncia del cargo del país más importante del continente americano.
En nuestra locolombia, se chuzó a titirimundi y no le sucedió nada al culpable. ¡Su jefe de Gobierno!
Pero no culpemos exclusivamente a los mandatarios que amañados con triquiñuelas se mantienen en sus puestos. ¡NO!
Son los congresistas encargados de ejercer el control político que con prebendas de toda índole pululan como “mermelada“ los que permiten la impunidad de todos los delitos cometidos por sus mandatarios. Y pensar que a la mayoría de ellos los reeligieron en la pasada campaña electoral. A muy pocos les pasaron las facturas de cobro.