Debería darles vergüenza a los encargados de brindar seguridad a la ciudadanía, que un columnista como el suscrito se le estén acabando los títulos  para encabezar el tema que nos ocupa por centésima vez.

En pasados escritos al respecto, titulé: “Se salió de madre”, “Se disparó la delincuencia”, “nos tienen sitiados” etc., etc. Es ya insoportable la ola de atracos que se generan en esta  ciudad, especialmente en  lugares públicos donde con total desparpajo los bandidos llegan en motos y despojan a la indefensa clientela, especialmente de sus celulares, carteras y joyas.

Y digo que indefensos por cuanto el gobierno en su sabiduría tiene prohibido el porte de armas con salvoconducto expedido por la Brigada militar. La defensa que pueda tener el ciudadano desprevenido, el gobierno se la quita de un plumazo, pero si cobra sumas significativas por el permiso que no sirve para nada. Esto se podría considerar fraude o estafa por parte del ejecutivo que cobre por algo que luego no permite.

A los restaurantes los tienen azotados, perdiendo clientela sistemáticamente. Las damas, acostumbradas a pasar buen tiempo en los salones de belleza, además de que las pongan bonitas, también poniéndose al día de los acontecimientos de la ciudad, son las que primero se enteran de los atracos de que son víctimas en estos negocios y están pensando también alejarse y contratar a domicilio el servicio. Y los bancos donde se supone que existe buena vigilancia y cámaras de seguridad no se escapan del hampa. Estamos aterrorizados, lo pensamos varias veces para salir de casa.

Y ¿quién podrá defendernos? Nos tocó a todos. El Chapulín se murió. La clase empresarial afectada directamente debe pellizcarse y participar para reducir el problema a su mínima expresión como dijera un expresidente colombiano.

La policía encargada de salvaguardar la vida, honra y bienes de los ciudadanos, hacerlo; la justicia, (ay, la justicia), poner a buen recaudo a los ladrones y no soltarlos “porque no son un peligro para la sociedad”; las alcaldías responsables de la seguridad en su jurisdicción ejercerla;  los congresistas ¿dónde andan?; el gobierno nacional igualmente voltear los ojos hacia esta frontera donde millares de venezolanos sin ningún control ingresan a nuestro país como “Pedro por su casa” con el argumento de facilitar un corredor humanitario, se cuela mucho malandro del país venezolano sin tener nada que hacer y como  no hay políticas de gobierno para atenderlos no encuentran otro oficio que delinquir con las consecuencias que saltan a la vista.

Todos los artistas nombrados anteriormente hacen un frente común que diseñen y ejecuten estrategias que recuperen el sueño de sus habitantes. La ejecución requiere recursos humanos y materiales, por favor empresarios: cuando se hable de dinero no empiecen a escurrir el bulto. En esta oportunidad única y feliz hay que meterse la mano al dril. No le dejen todo al gobierno en esta emergencia. Vamos a ver qué entidad asume el liderazgo. ¿O seguiremos arando en el desierto?